En medio de palmas virtuales, iniciaron las ceremonias religiosas de una segunda Semana Santa atípica para las generaciones que habitamos este planeta, el mismo que se debate entre la vida y la muerte por una causa que no pensamos vivir, ver ni sentir… que se expresa de varias formas: Covid-19, Pandemia o con un simple tapabocas que es la imagen universal para esta locura que estamos viviendo…. Imagen que no requiere traducción a ningún idioma.
La línea delgada entre la vida y la muerte se expresaba con otras cosas absurdas como las diferencias políticas, sociales, un pienso diferente a usted y hasta la contaminación. Pero… un virus invisible y aún indomable… no estaba en nuestro abanico de posibles cosas a vivir y menos que fuera a ser una palabra de múltiples significados. Mientras para unos es símbolo de angustia, para otros ha sido de reinvención y aprendizaje.
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Pero, acá estamos… con una percepción u otra y ya eso es ganancia. Porque algunos cercanos o lejanos, tal vez menos vulnerables que tu o yo, pero si menos cuidadosos, se han ido quedando en el camino terrenal y pasaron un plano al que todos iremos; espacio del que no tenemos certeza como será, pero que la fe católica nos dice que será el mejor lugar.
De momento quedémonos en lo terrenal y en las enseñanzas de hoy. Las dejadas por el Papa Francisco que nos dice en el día en que batimos palmas virtuales: “Dejate sorprender por Jesús para volver a vivir, porque la grandeza de la vida no está en tener o en afirmarse, sino en descubrirse amados. Y en la belleza de amar”.
Profundo mensaje que recientemente viví en vivo y en directo en la unidad Covid de una de las clínicas de Bogotá, a donde acompañé a mi madre por tener 90 años y ser paciente Alzheimer… no podía quedarse sola y a donde entró con la saturación baja, pero el protocolo Covid nos llevó a estar rodeadas de pacientes con o sin Covid confirmado, pero a tod@s las mirábamos con temor y desconfianza.
En medio de esa circunstancia nos dejamos sorprender por Jesús hecho nuevamente hombre a través de dos amables médicos uno que nos atendió a domicilio y nos entregó a otro médico intensivista que en medio de sonrisas y amabilidad estuvo pendiente del estado de salud de mi madre, y nos dieron paz en medio de la tormenta, donde otros de batas blanca con la mejor intención nos decían que había muchos indicios de que fuera Covid y que no debía ausentarse el familiar pues debía estar quien autorizara una posible intubación. La calma y la certeza de lo que todo saldría bien, sumado a la unión familiar, nos dejó ver la belleza del amor, de que esas personas que nos rodeaban como hormiguitas poniendo sus dones y conocimientos al servicio de la humanidad representada en ese instante por nuestro caso y el de otros que nos rodeaban todos reclamando su atención… a ellos gracias.
¿Cómo no pensar en ellos cuando el Papa nos asalta con ese mensaje de dejarnos sorprender y descubrir la belleza de amor, sumado también a la invitación dejada hoy por Monseñor Luis José Rueda de unirnos a Jesús para orarle a Dios y decirle Abba (Papito) sorprendemos con tu infinito amor en medio de esta Pandemia que nos ha causado mucho dolor e incertidumbre?
Ahora la invitación es también a cuidarnos, cuidar a quienes nos rodean y hacer de esta Pandemia lo más llevadera posible con solidaridad y conciencia social, alzando nuestras palmas virtuales para dejarnos sorprender del amor de Dios.
Por: Luz Marina Gamarra
Instagram: @luzmarinagamarra
Imagen: Transmisión RCN TV
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