En los últimos tres meses de 2020 la inflación total (1,61 %) y la inflación sin alimentos ni regulados (1,11 %) descendieron más de lo esperado por el equipo técnico del Banco, y sus pronósticos para finales de 2021 se redujeron y se situaron en 2,3% y 2,1%, respectivamente.
En el mismo período las expectativas de inflación del mercado también descendieron y sugieren que al final de 2021 la inflación se situará por debajo del 3% y que la meta se alcanzará en 2022. En el cuarto trimestre de 2020 las presiones bajistas sobre la inflación (con y sin alivios de precios) fueron más acentuadas que las proyectadas e indican una demanda débil.
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La desaceleración anual de los grandes grupos del índice de precios al consumidor (IPC) fue generalizada y, excepto por los alimentos, fue mayor que la pronosticada en el informe de octubre. Las mayores desaceleraciones y errores de pronóstico se dieron en el IPC de bienes (sin alimentos ni regulados (AR)) y en el grupo de regulados.
En el primer caso debido, en parte, a la mayor incidencia de la realización del día sin IVA sobre los precios en un contexto de demanda débil, y a la extensión de algunos alivios. En el caso de regulados esto ocurrió por descensos no anticipados en algunas tarifas de servicios públicos. La variación anual del IPC de servicios continuó descendiendo debido, en particular, al comportamiento del grupo de artículos que no han recibido alivios de precios.
Aunque parte de la caída de la inflación total sería transitoria y debería revertirse en el segundo trimestre de 2021, varios factores bajistas de precios se han acentuado y continuarían vigentes en el siguiente año. En primer lugar, la presencia de amplios excesos de capacidad, como lo sugieren la desaceleración continua y mayor que la estimada de los indicadores de inflación básica y del IPC de servicios sin alivios, así como la escasa transmisión de la depreciación acumulada del peso a los precios internos.
Aunque en 2021 estos excesos se reducirían, su cierre sería más lento que el proyectado en el informe de octubre, en un entorno de nuevas restricciones a la movilidad debido al reciente aumento de los contagios por Covid-19 en el país. Otro factor es la baja inflación registrada al final de 2020 y, consecuentemente, los bajos ajustes que implicaría en los precios de ciertos servicios indexados y con gran peso en la canasta del IPC, como los arriendos y algunos servicios públicos.
A esto se suma el descenso en las expectativas de inflación y la debilidad en el mercado laboral, que contribuirían a aumentos reducidos en los salarios y en otros costos de las empresas. Todos estos factores mantendrían la inflación por debajo de la meta en el horizonte de pronóstico y en niveles menores que los estimados en el informe pasado. De esta forma, la inflación seguiría descendiendo hasta marzo a niveles cercarnos al 1 %, para luego aumentar y finalizar en el 2,3% y 2,7% en 2021 y 2022, respectivamente.
Encuesta
Según la encuesta del Banco aplicada a analistas, en los diciembres de 2021 y 2022 la inflación se situaría, en su orden, en el 2,7% y 3,1%. Las expectativas estimadas con los bonos de deuda pública sugieren que en 2021 la inflación finalizaría en el 2%, y situados en esta última fecha y mirando un año adelante (FBEI 1-1 2022) llegaría al 3,2 %.
Por: Ing. Michael Dueñas
Instagram: @michaelenginner888
Imagen: Consultor Salud