De nuevo Gustavo Petro, líder del creciente progresismo en Colombia, ha vuelto a cometer un error en sus redes sociales, esta vez uno muy delicado teniendo en cuenta la situación de salud pública por la que atraviesa el mundo. El político hizo una interpretación errónea de algunos hechos estadísticos que se han dado a conocer en las últimas semanas y que están relacionados con la variante Delta del covid-19, su mayor índice de contagio y una supuesta menor efectividad de las vacunas frente al mismo. Si este fuese su primer paso en falso podríamos recibirlo con cierta estupefacción, pero sus constantes desconexiones parecen responder a una lógica de guerra comunicativa, una copia de la estrategia del miedo del uribismo y un ejercicio de benchmarking lejano a la involuntariedad de quien comete un fallo.
Petro no se equivoca. Esta afirmación no es la clásica suspicacia infundada proveniente de los sectores del conservadurismo más recalcitrante del país que le teme a una supuesta transformación de la patria en una nueva Venezuela y que siente una aversión hacia el candidato. Esta aseveración la hago profundamente convencido de que las declaraciones hechas por Petro con sus salidas de tono, llenas de informaciones falsas y que invocan la indignación colectiva, no son más que el modus operandi elegido por la Colombia Humana para optar a la presidencia el próximo año, un pacto invisible entre los extremos que ven en la capitalización de la polarización una vía legítima para asegurarse una disputa directa del anhelado botín político.
Le puede interesar: ¿Estoy viejito?
Un proverbio árabe que siempre me ha llamado la atención es: “La primera vez que me engañes, será culpa tuya. La segunda será culpa mía”. Es una de esas frases prefabricadas y populistas que son aplicables a innumerables dimensiones de la vida. Por ejemplo, el Progresismo la usa como parte de su andamiaje político chantajista, culpando a los votantes indecisos por la victoria de Iván Duque en el 2018 y presagiando una repetición de la lamentable hazaña en caso de no adherirnos a las fuerzas vivas de la Colombia Humana. También es utilizada por los aspirantes de la vergonzante derecha y el presunto centro moderado, para advertirnos de la intervención indeseable del socialismo del siglo XXI en la política económica del país, a pesar de tener tan cerca el paradigma de sus repúblicas fallidas.
Aunque mi interpretación del refrán no es especulativa como las anteriores y tiene más bien un carácter de resignación. Petro no se equivoca, y no porque sea un líder infalible como cree buena parte de su fervorosa hinchada, lo digo porque estos desaciertos le reportan un jugoso beneficio en el juego inmoral de la democracia colombiana. Con sus yerros, Petro garantiza que su nombre figure en los principales medios de comunicación que lo atacan permanentemente, incrementando su imagen como el candidato anti establecimiento, pero además le permite a sus contradictores del Centro Democrático, presidente incluido, participar de esa conversación cerrada entre los opuestos políticos, una división de audiencias y electores que se alimenta de la confrontación. Por eso creo que más allá de un fallo, sus intervenciones a destiempo son solo una herramienta de marketing y no verlo venir después de tanto tiempo hace parte de nuestra predictibilidad como público objetivo de estas triquiñuelas.
A pesar de que este juego de manipulación velada de la Colombia Humana me molesta, debo reconocer que estratégicamente es la manera más efectiva de permanecer fuerte ante sus votantes que le exigen devoción irrestricta a sus promesas políticas, y frente a la esfera de la opinión pública que a fuerza de polémicas mantiene viva la ira que sustenta la democracia más estable del continente. Este es solo un recordatorio sobre esos elementos que componen la despreciable astucia política, que no se nos olvide que Petro no se equivoca, al menos no en la manera en que creemos, y que nosotros somos los tontos en este cálculo electoral.
Por: Juan Ramírez
Instagram: @sebasragut
Imagen: AS Colombia
*Las opiniones expresadas no representan la posición editorial de Zona Captiva. Es responsabilidad exclusivamente del autor.