Mucho se ha dicho de lo que debería representar ser un país poderoso: Defender sus intereses, mantener una economía ejemplar, cuidar de sus vecinos más pequeños, entre otras cosas…
Pero, ¿Qué hay de su política internacional? ¿deben de verdad inmiscuirse en otros países soberanos en nombre de la humanidad, la democracia, y lo que venga al discurso de turno?.
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Quiero dejar un análisis más o menos avanzado de lo que en realidad podría definir la política de un país, especialmente cuando su poder de influencia puede extenderse más allá de las fronteras que comparte con sus vecinos, llegando a penetrar continentes al otro lado del globo terráqueo.
Un país, según la RAE, por definición es un territorio con características geográficas y culturales propias, que puede o no constituir un Estado soberano o una entidad política dentro de un Estado. Si bien es una definición no muy precisa, nos permite precisar que un país tiene un territorio y una población específicos, y que pueden estar bajo la influencia de un Estado, sea soberano o no…
¿Y qué es el Estado? El concepto de Estado difiere según los autores, pero algunos definen el Estado como el conjunto de instituciones que poseen la autoridad y potestad para establecer las normas que regulan una sociedad, teniendo soberanía interna y externa sobre un territorio determinado; un poco complicado, ¿no?.
En fin, a lo que iba, a pesar de las diferentes clases de Estados que puedan ser formados, sabemos que no hay un “código” de cómo debería ser, o estar constituido, pero sabemos que las naciones más poderosas, dictan cómo desean que sus pares de menor potencia establezcan sus instituciones, sus gobiernos e incluso, sus leyes.
Hay quienes quieren pensar que un Estado poderoso protege a uno más pequeño por el bien y la prosperidad inexorable del pequeño país, que aunque en ciertos casos pudiera ser verdad, es simplemente la egoísta necesidad de establecer barreras frente a países de cierta manera igual de poderosos que puedan representar una amenaza a su integridad, su economía y su población. No es impreciso definir que en estos momentos hay una serie de teatros políticos donde las esferas de poder de los países más poderosos luchan por establecer su línea de influencia a fin de establecer zonas de defensa, puertos seguros de comercio y centros políticos de control para irradiar con su bandera otros países vecinos.
No es algo ajeno a nuestro escenario geopolítico, pero es algo que salió descaradamente al descubierto en Afganistán recientemente durante la retirada de los Estados Unidos y la Coalición Aliada, los negociadores de Rusia y China se sentaron a conversar con el nuevo gobierno talibán a fin de establecer relaciones comerciales, relaciones que estaban estancadas en el olvido por la presencia norteamericana en el país.
Hoy en día podemos observar que los principales jugadores en el juego del poder son Estados Unidos, Rusia, China, la Unión Europea y Gran Bretaña (ésta última tiene un vasto poder a través de la Commonwealth, comunidad de países independientes que se alinean a los intereses de la Gran Bretaña pero sin desatender sus asuntos particulares); países que consolidan un vasto poder económico, militar y político, poder bajo el cual los demás países deben escoger cuidadosamente con quién aliarse y porqué, pues, todos sus vecinos están en el mismo juego y podrían fortalecerse, debilitarse, o desatar una serie de problemas regionales por un gobierno negligente representando una fuerte desestabilización que se pudiera alargar por años, como ejemplos podemos poner a Cuba con la Unión Soviética frente a las costas americanas, la división de la península coreana y vietnamita con China y la Unión Soviética de un lado, y la Unión Europea con los Estados Unidos del otro… lo demás es historia.
Recientemente Venezuela ha sido escenario de un intenso choque de poderes extracontinentales que han desatado un gobierno de un descontrolado temperamento y una ideología basada en la frustración de un hombre mas de 150 años atrás, hoy, a la fecha de este artículo, los países más poderosos están en una mesa de negociación tratando de resolver algo que ellos crearon y no supieron controlar, ojalá, logren un acuerdo estable, lograble, y que nuestro vecino retome la senda de la prosperidad, para así estabilizar la economía de la región.
Volviendo al punto principal de este artículo, y concluyendo, podría decir con suficiente argumento, que por más que un Estado sea poderoso, por más que sus pares busquen establecer más poder para evitar que el otro lo haga, no es suficiente razón para interferir en asuntos internos de otros países pues siempre termina habiendo problemas, acepto que los países desarrollados compartan tecnología con los menos avanzados en pro de una economía más vívida, pero hasta ahí… ustedes, ¿Qué opinan?
Por: Jean Carlos Guerra
Instagram: @jeanguerra.95
Imagen: Las Historias de Doncel
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