Todo aquel que ha sentido lo que es encariñarse con el lugar con el que ha nacido, con su gente o con las cosas que le rodean, saben de cierta manera lo que es amar su tierra.
Hay quienes llevan ese amor tan en el alma que buscan la manera de proteger radicalmente lo que ama, y el medio ambiente está entre una de las cosas que encuentra causas más defendidas que aquellos que desean defenderlas, pues los intereses medioambientales a veces encuentran enemigos poderosos y muy discretos.
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La muerte de defensores de los ecosistemas ha sellado con sangre una guerra entre quienes intentan proteger y crear conciencia del valor de las regiones llenas de vida natural intactas, y quienes sólo ven cheques y billetes a gran escala, sin importar lo que se atraviese. Muchas veces los defensores se encuentran indefensos ante marcos jurídicos inexistentes, complicidad de miembros del Estado que buscan su propio beneficio; otros se enfrentan a grupos irregulares regionales que debido a la influencia proEstado puede generar un control del ambiente, generando zozobra en la población local.
Recientemente un informe reveló que Colombia en estos momentos posee el índice de asesinatos de defensores del ambiente más alto de todo el planeta, por encima y con ventaja sobre cualquier otro candidato. Vergonzosa situación donde nuestro gobierno no pronuncia ni parece querer pronunciar un discurso aceptando su ineludible responsabilidad sobre el hecho de que en nuestro territorio querer hacer las cosas bien y que otros hagan lo mismo simplemente puede resultarnos en algunos cientos de gramos de plomo insertados en el cuerpo… ¡Pobre nación!
Nuestros hijos nos reclamarán por esto…
Por: Jean Carlos Guerra
Instagram: @jeanguerra.95
Imagen: Frontera Viva
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