Tras el aplazamiento de la reunión propuesta este jueves 03 de febrero por parte de la corte Constitucional para hablar acerca de la despenalización del aborto, este tema volvió al ojo mediático y la opinión pública, reviviendo el polémico debate sobre la posibilidad de abortar sin miedo a represiones legales.
Para comenzar el aborto ha sido un tema latente en la sociedad a nivel mundial, tanto así que en Latinoamérica ya se cuenta con países que lograron la despenalización, pero para lo que tienen dudas, un aborto puede entenderse como “la interrupción natural o voluntaria del embarazo”, pero ahí es donde el término ‘voluntario’ comienza a tener una significación diferente a la que es, porque al menos en Colombia no es completamente ‘voluntario’, bajo la mirada legal solo existen tres causales válidas encontradas en la Sentencia C-355 del 10 de mayo del 2006.
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Estas son:
- Cuando Peligra la vida o salud de la madre
- Cuando se presenta malformación del feto y es incompatible con la vida
- Cuando el embarazo es producto de abuso (violación, incesto, interferencia de óvulo o inseminación no consentida.
Es decir, el mayor logro que se ha dado frente a esta problemática se dio hace 16 años y aunque el tema ha estado presente en la opinión pública y en la agenda de la Corte Constitucional, se dio un prorroga a la toma de decisión sobre la despenalización por parte de los magistrados, al no llegar a un acuerdo. Es entendible que, a nivel social, la despenalización pueda ser polémica, pero también hay que considerar que es necesaria, porque, aunque el aborto sea visto solo como una interrupción de embarazo o incluso maximizado a un “Asesinato”, también hay que ver todas las problemáticas que están detrás de esta práctica.
Hay que entender que a pesar de que el aborto bajo cualquier circunstancia, aún no es legal, no es impedimento para que la practica se lleve a cabo. Lastimosamente contamos con lugares clandestinos e incluso un flujo constante de información en línea que facilitan esta práctica, lo cual pone en riego a miles de mujeres. Por ejemplo, alrededor de 70 mujeres mueren anualmente por malas prácticas y cerca de 132 mil sufren complicaciones médicas, o que según el Instituto Guttmacher, se estima que el 44% de los embarazos no planeados terminan en un aborto inducido.
Tras la ilegalidad del aborto se esconden asuntos muy turbios, como lo es el mercado negro en cuanto a los métodos abortivos, que pueden llegar a ser mortales y es que muchas mujeres, sin importar cuál sea su razón, se someten a tomar medicamentos, infusiones o pastillas de dudosa procedencia y sin aval médico, lo cual puede desencadenar complicaciones como: hemorragias, infecciones, perforaciones uterinas, etc. Complicaciones que a la larga, harán del aborto un problema de salud pública, porque teniendo en cuenta los peligros expuestos anteriormente, tras una mala práctica, una mujer va a necesitar de ayuda médica urgente.
Ahora bien, a pesar de que una despenalización es necesaria, el país, más allá de sus prejuicios y pensamientos ultra conservadores, debe tener en cuenta que a nivel de eficiencia, el sistema de salud Colombia está en estado deficiente, casi crítico. Es un sistema donde brindan una cita con un lapso de tiempo de 1 a 2 meses, exámenes o especialistas sin cupo o incluso con una entrega de medicamento donde por rápido el usuario se demora media hora haciendo fila. Y aunque el aborto se exponga como un tema de salud también se tiene que analizar desde un punto sociocultural.
En primer lugar, el Estado debe reconocer el problema que enfrente el país en materia de salud, al aprobar la despenalización se debe garantizar las condiciones necesarias para llevar a cabo esta práctica. Contar no solo con ginecólogos para realizar el procedimiento sino también con apoyo psicosocial, porque hay que considerar que una mujer no decide embarazarse con el objetivo de abortar. Para comenzar es una práctica dolorosa físicamente y que trae consigo afectaciones psicológicas.
En un segundo lugar, es necesario ubicarnos socialmente, Colombia, incluso al día de hoy se sigue ciñendo a pensamientos muy conservadores, donde la mujer tiene que cargar con toda el peso emocional y físico de evitar en lo posible un embarazo no deseado. Desde el uso de anticonceptivos nosotras somos las responsables, sin darnos cuenta que el acto sexual es un asunto de dos que involucra a los hombres. Las mujeres de por sí, con la menstruación llevan una gran carga hormonal y los métodos anticonceptivos, sin importar cual sea, también llevan carga hormonal y en grandes cantidades, lo cual afecta el desarrollo físico y emocional.
Abortar o no debe depender únicamente de la mujer, por lo que esta discusión no puede seguir aplazándose, ni mucho menos darse sin considerar los factores sociales, económicos y en especial el sistema de salud.
Por: Alexandra Barbosa
Instagram: @male_xandra
Imagen: El País
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