Nunca se sabe lo difícil que puede ser una enfermedad, hasta que te toca vivirla, más aún cuando sabes que en parte (sólo en parte) pudo aliviarse con algo de cordura en la vida…
Hoy en día no es raro leer estadísticas alucinantes de la cantidad de enfermedades anuales que representan para las personas una difícil tarea en sus vidas, unas con más recursos que otras para poder lidiar con ellas; algunos con la suerte de poder encontrar una cura rápida para sus dolencias, otros no con tanta suerte deben pagar un alto precio para poder seguir adelante con sus vidas, y al final, quedan aquellos desafortunados con diagnóstico terminal que, en algunos casos apenas les da tiempo para despedirse y arreglar sus cosas antes de irse…
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Pero, ¿y aquellos que pudimos evitar la enfermedad?, que pudimos ser algo más cuidadosos, cautelosos o incluso un poco más saludables, más dinámicos, menos arriesgados… Quiero tomar la palabra de aquellos que somos capaces de decir: “No me cuidé y mira” para que usted, estimado lector, se tome un tiempo para reflexionar, solo unos minutos ahora que está sentado leyendo este artículo, para que medite un momento y sienta en qué categoría de las mencionadas está o está a punto de estar en el mediano plazo de seguir su vida tal cual está, con ese estrés, depresión y ansiedad, los conflictos que diariamente pueden estar arrastrando su rutina diaria, o por si fuera poco, aquellos que llegaron a vivir una dieta “Viva La Vida” donde todo era aventura y descontrol, poniendo al límite la juventud de sus órganos cuyo único trabajo, su única misión y para lo que fueron diseñados es mantenerlo a usted con vida.
Hoy en día el cuerpo humano ha recobrado una severa importancia debido a la frágil y compleja manera en la que la vida, gracias a esta infame pandemia, se ha vuelto parte de nuestro constante pensar. El sólo pensar que ver a alguien con cubre bocas en la calle era cosa de asiáticos bien educados o enfermos con una alta fragilidad inmunitaria… Hoy en día todos somos agentes portadores de enfermedades, aunque siempre lo hemos sido, pero ahora la enfermedad es más poderosa, por ahora, que nuestras capacidades para hacerlas algo insignificante.
Tenemos que asumir nuestra responsabilidad de ser cautelosos con nosotros mismos, como dice el refrán: “Es bueno el cilantro, pero no tanto”
Pero no seamos egoístas, compartamos el conocimiento con los demás, un pequeño consejo aquí, otro más allá, podríamos construir de a poco una sociedad que se cuida a sí misma y se vuelve más saludable tanto en lo clínico como en lo social.
Por último, sé feliz, con lo poco o mucho que tengas, sé feliz, eso también es saludable…
Por: Jean Carlos Guerra
Instagram: @jeanguerra.95
Imagen: Roche
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