Con un cansancio rotundo, sudor, lágrimas, un dolor apenas soportable, y una alegría lo suficientemente poderosa para lograr hacerle sonreír, una mujer finaliza la labor de parto, labor que le permite convertirse en madre.
Durante el resto de su vida, utilizará todos sus conocimientos y todos los que pueda adquirir, para criar, cuidar y proteger a esa nueva criatura que ha llegado al mundo.
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Tendrá que enseñarle paso a paso cada uno de los aspectos de la vida que, aunque son muchos y muy pequeños a veces, hacen falta para formar en esos pequeños los hombres y mujeres de bien que tanto hacen falta en estos tiempos tan convulsos.
Muchas veces, ¿Y por qué no? Nos encontramos en conflicto con aquella mujer que nos dió la vida, conflictos por pensar distinto, desear distinto, o porque muchas veces no sabemos que ellas saben lo que sucede cuando nos aventuramos a algo que para nosotros es nuevo, y grandioso; pero que ellas saben que los riesgos son enormes y las consecuencias pueden ser de magnitudes abrumadoras.
Pero hasta en conflicto, ellas sonríen cuando todo se ha calmado, y vuelven a ser ese tierno ser que siempre nos mima y nos cuida, como cuando estábamos tan indefensos aquellos primeros años de vida, ese amor sólo las madres lo entienden.
Y basta con que les demos una segunda oportunidad y se conviertan en abuelas, su innegable maestría en crianza convierte a los nietos en los consentidos de la casa por una razón: La abuela, que ahora es madre dos veces, tiene todo el tiempo del mundo para criar a esa criatura que acaba de nacer de la criatura que ella vió nacer, crecer, tropezar y levantarse, cometer errores y aprender, lastimarse y sanar, enojarse y contentarse en todos esos años de vida, que son inolvidables para los dos, pero que en el corazón, perdura el amor de una madre que siempre estará ahí para apoyarlo a uno. Siempre.
Por eso siempre, con el corazón en la mano: «Gracias mamá… Por todo, por lo bueno y lo malo, y por lo mejor… Gracias. Te amo mamá»
Por: Jean Carlos Guerra
Instagram: @jeanguerra.95
Imagen: El Mundo
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