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Hemos sido fuertes, ¿pero a qué costo?… (Parte 1)

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Empezó todo como una leve crisis inflacionaria, los precios subían semanalmente, el salario no alcanzaba, pero se esperaba que una acción del Estado intentara frenar el desastre, poco a poco los precios seguían disparándose con el pasar de los meses, el temor se acrecentaba y la confianza en el consumidor comenzaba a desmoronarse una vez más, el industrialista no sabía cómo proceder, el comerciante con controles más y más estrictos no podía operar sin temor a represalias: La escasez había comenzado.

Comenzó como una leve escasez de productos básicos, el papel, la harina, lácteos, embutidos… Le siguieron la carne, y así, poco a poco los anaqueles de los centros de distribución comenzaban a escasear, comer en casa se volvía un desafío diario, el ciudadano de a pie comenzaba a pensar si ir a trabajar, o hacer fila para comprar comida, una fila que muchas veces resultaba en un día perdido: No había para todos, el hambre comenzaba a acechar a la nación.

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2014 se desarrollaba con una avalancha de furia ciudadana hacia el gobierno, divididos, los políticos de oposición sólo hablaban de sacar al gobernante presidente Nicolás Maduro, pero a fin de cuentas no ofrecían ninguna solución a corto plazo, pues el desastre económico era profundo y resolverlo tomaría tiempo: La crisis estaba escalando, lo que vino después nadie se atrevía a anunciarlo. Inflación: 68% y subiendo…

El año 2015 marca el inicio de un trágico desmoronamiento de la sociedad venezolana, con una inflación histórica récord cada día que pasaba, batiendo la marca de 180% de inflación anual; la emigración en busca de mejores oportunidades se acrecentaba, las familias empezaban a separarse, los que se quedaban enfrentaban una recesión económica nacional abrupta, sin precedentes y con instituciones nacionales decididas a minimizar el impacto real de la crisis.

Se iniciaron programas de abastecimiento por parte del Estado para alimentar a millones de familias que presentaban graves signos de malnutrición a lo largo y ancho del territorio nacional, poco tiempo después de implementado, el programa debió ser ampliado a todo aquel que lo requiriese pues la baja capacidad adquisitiva del trabajador promedio estaba comenzando a aniquilar sin piedad la moral en todos los estratos sociales pues el dólar paralelo, como se conoce al mercado cambiario que proliferó por el control de cambio implantado por el Estado desde hace más de una década, estaba comenzando a reflejar lo que las instituciones oficiales callaban: Una devaluación galopante golpeaba las redes sociales a diario.

Por: Jean Carlos Guerra
Instagram: @jeanguerra.95
Imagen: Human Right Watch
*Las opiniones expresadas no representan la posición editorial de Zona Captiva. Es responsabilidad exclusivamente del autor.

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