Tras los resultados favorables o no, de la primera vuelta presidencial en Colombia, celebrados el pasado 29 de mayo, se hace imperativo que todos los ciudadanos dejen a un lado ese carácter retador y hasta agresivo para con el contrario, que siempre ha acompañado las contiendas políticas, no solo de Colombia sino del continente.
Lo que el país necesita no son batallas son propuestas, dejemos de pararle bolas a las cortinas de humo que se montan desde ambas partes protagonistas de esta elección y más bien exijamos que nos presenten planes de gobierno sólidos, viables y realmente adaptados a la realidad que la nación enfrenta.
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Es momento de que tanto Rodolfo Hernández, como Gustavo Petro le digan a los jóvenes cuáles son sus iniciativas en atención a la necesidad de promover una educación superior inclusiva en la que realmente se proyecte mejorar la calidad de vida de los colombianos de estratos bajos a través de una herramienta que les va a acompañar por el resto de sus vidas que no es otra que la educación, pues para nadie es un secreto que un país que invierte en educación es una nación que se enrumba al progreso y por ende al desarrollo.
Algunos hablan de generar más fuentes de empleo y si, es necesario porque eso favorece la productividad pero recordemos que el mundo ha cambiado y por temas de libertades económicas, emocionales y sociales, la economía global ha puesto sus ojos en el emprendimiento, al ser vehículo perfecto para que un individuo se desarrolle tanto profesional como emocionalmente además de que le permite gestionar de manera eficaz su tiempo, lo cual se traduce en mayor acompañamiento de los hijos y la pareja, algo que definitivamente le hace falta no solo a las familias neogranadinas sino a las familias del mundo, estamos criando hijos a distancia y no estamos dandoles el amor y atención que un adolescente o niño en edad crucial para la formación de carácter y sentimientos, realmente necesita.
Es allí donde juega un papel fundamental la iniciativa que provenga de nuestros líderes y aspirantes a la Casa de Nariño, se hace imperativo el apoyo a las mujeres y hasta hombres que son cabeza de hogar, para que la estructura económica del país no los consuma de manera tal que quienes salgan perjudicados sean los futuros hombres y mujeres de poder en el país, recordemos que en su casa hoy puede estar durmiendo el próximo presidente, vicepresidente o ministro de defensa, educación o lo que sea de los colombianos, ese ser merece crecer en un entorno saludable que lo haga un hombre de criterio para el mañana.
Todo esto hace parte de la sabia decisión que se nos viene para este comicio final del cual saldrá el presidente de TODOS en los próximos cuatro años que se dicen pronto, pero que cuando se viven a través de malas decisiones, políticas erradas, corrupción e inflación, a todos se nos hacen eternos, por lo tanto dejemos a un lado la rivalidad tóxica y poco empática de querer anular al vecino porque no piensa como usted, y más bien exijamos a nuestros candidatos profundizar en políticas de ataque a las principales problemáticas que aquejan a la ciudadanía, candidatos hablemos de empleo más que de viejas rencillas, de inversión más que de reputación, de rentabilidad más que de estigmatización, de emprendimiento más que de vaguedades y de paz por encima de la guerra.
Llegó la hora de que demuestren de qué están hechos y el por qué se merecen la confianza y el voto de un país que se cansó de no ser escuchado, Colombia habló y decidió que ambos tienen la capacidad de gobernarnos, entonces presenten propuestas pero fuera del ring. Dios bendiga al país.
Por: Erika Baute
Instagram: @erikabauteak
Imagen: Archivo Zona Captiva
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