En el mundo han ocurrido muchos sucesos difíciles a través de la historia, guerras, hambrunas, magnicidios, genocidios, pobreza, racismo, conquistas, atentados terroristas, pandemias, entre otros. A nosotros en esta era nos tocó el Covid19, un derivado de la familia coronavirus (CoV) que hasta el momento ha cobrado la vida de más siete mil personas y miles de infectados alrededor del mundo.
Declarado una pandemia por la OMS, los países tienen que tomar decisiones drásticas para proteger a sus ciudadanos, y las han tomado, unos más lento que otros, pero tan solo este fin de semana cerca de cien mil millones de personas están encerradas en sus casas en una cuarentena que sabrá Dios cuando termine.
Nos habíamos acostumbrado tanto a la vida, a salir de nuestras casas a veces sin despedirnos; los lugares como bares, cafés, cines, parques de diversiones, restaurantes, teatros, y estadios, se habían vuelto tan comunes, que los innovadores ya no sabían que más inventarse para poder llegar a sorprender y ser cada vez más diferentes.
Hoy me doy cuenta que muchos no disfrutamos tiempo con los abuelos, con nuestros padres, con nuestros hermanos, con nuestros amigos, con nuestros animales de compañía, y hoy a la fuerza de la naturaleza o de una guerra biológica, nos tenemos que acompañar en estos momentos de encierro. El Covid19 nos cambió la vida, nos devolvió esas charlas interminables en la sala de la casa, esas lecturas apasionantes de libros que dejamos a medio terminar, esa preocupación de cuidar y no querer perder a ningún miembro de nuestra familia, y es que a veces vivimos tan seguros de lo que tenemos, que este virus con corona nos enseñó que nada en la vida es seguro.
Desde hace 7 días que estoy en mi casa sin salir, me he levantado con la esperanza de escuchar en las noticias que existe una cura, una vacuna que nos saque de este encierro, pero hoy entiendo, resignado y agradecido con Dios que los días de encierro venideros en este momento son la mejor cura para esta enfermedad. Quiero abrazar todos los días a las personas que viven conmigo, llamar a todos mis amigos y extrañarlos, quiero salir a la ventana y respirar aire más limpio, quiero anhelar una tarde de cerveza., quiero aprovechar al máximo a Ichi Ko, mi animal de compañía y lo que más quiero es darle gracias a Dios por tener un hogar en donde pasar esta tribulación.
No dejo de pensar en aquellos que han perdido sus seres queridos, aquellos que en esta cuarentena viven de su diario y no pueden salir a abastecerse, aquellos que están solos, en sus casas, pero quiero decirles que de esta salimos todos, a todos nos ha tocado sacrificar algo, a todos nos ha tocado aprehender algo, y estoy seguro que después de esto nunca volveremos a ser los mismos, por lo menos yo no.
Vienen días no tan fáciles, pero depende de cada uno aprovechar este tiempo y ser mejor, crear buenos hábitos y alejarse de aquello que nos hace daño, espero de todo corazón que todas las personas que están leyendo o escuchando esta columna, tengan alguien con quien compartir, algo que comer, algo que aprehender. Pero si usted está triste, le hace falta algo o simplemente quiere hablar, aquí estoy yo para escucharlo y si puedo ayudarlo. Que Dios nos bendiga y mucha fuerza.
Por: Juan Diego Neira
Instagram: @juandiegoneirab
Imagen: El Médico Interactivo
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