A la fecha no he conocido a nadie que no ahorre o haya ahorrado en su vida. En Colombia es común que las personas guarden las monedas de 200, 500, o 1000, y cuando la alcancía se llena, este dinero se saca y se gasta en cualquier cosa que se considere importante. A muchos nos han enseñado que se ahorra para comprarse algo que uno quiere, pero pocos nos han dicho que el ahorro no es solo para eso. Con la situación que está viviendo el país a causa del Covid-19 me he preguntado ya varias veces por qué en vez de haberme comido el dinero no lo guardé para algo más importante, y me di cuenta que eso sucede porque sinceramente yo, al igual que una gran mayoría de la población, no tenemos educación financiera.
Sé que hablar de educación financiera en un país en que más del 44% de la población vive con menos del salario mínimo es complicado, sobre todo porque esto se traduce en que el dinero no alcanza para nada más que cubrir las necesidades básicas, pero estoy convencida que si a todos nos educaran desde pequeños en finanzas la situación sería más llevadera. La educación financiera no es solo lo que los bancos dicen hacer con sus clientes, la educación financiera es aprender a reconocer las prioridades, a saber cómo y cuánto guardar de nuestro dinero, y también a saber optimizar el ingreso durante todo el mes y así al final del mismo no estar colgados o endeudados.
La teoría dice que de cada ingreso que se reciba, sin importar su monto, debemos ahorrar mínimo el 5% y máximo el 30%, también que de este ingreso solo podemos gastar un máximo del 70% en necesidades como alimentos y servicios, que las deudas no pueden superar el 30% del ingreso total, y que hay que disponer de cierto porcentaje para provisiones (gastos anuales, gastos a mediano y largo plazo), y también para los deseos (viajes, cine, comida, ocio en general). En la práctica, todo esto se sale de control en un país como Colombia, porque ni siquiera el salario mínimo con subsidio de transporte alcanza para los pasajes de ida y vuelta en transporte público durante todo el mes. Pero qué pasaría si en vez de quejarnos porque el dinero no alcanza, nos ponemos a pensar en qué podemos mejorar para que esto sea diferente.
La mayoría consideramos el ahorro solo como una forma de darnos gusto, pero la verdad es que ahorrar dinero va más allá de eso, también es un colchón financiero que nos dará respaldo ante situaciones inesperadas, por eso es de vital importancia hacerlo, y hacerlo bien, para que en momentos como la cuarentena que estamos viviendo a causa del Covid-19 no nos veamos forzados a endeudarnos o a vivir al ras para que nos alcance la plata. Yo sé que para muchos ahorrar no es sencillo, pero a estas personas les planteo la siguiente pregunta ¿y si en vez de comerse la empanada de mil en la esquina, lleva más bien onces de la casa? Los gastos hormiga, como son denominados este tipo de gastos diarios en cosas que realmente podemos evitar, son los que hacen que digamos “el dinero no alcanza”; en vez de comprar el tinto, la empanada, la gaseosa del almuerzo, y demás; ese dinero podría ahorrarse con facilidad para ser invertido en otras situaciones.
Digo esto no solo porque los expertos financieros lo recomienden, sino también porque en carne propia lo he visto y experimentado, por ejemplo, en mi barrio hay un señor que vende periódicos de domingo a domingo sin falta, que además es adulto mayor y estoy segura no aporta a pensión ni salud, de su familia nadie en el sector sabe nada, y mucho menos dónde vive, pero todos sabemos que a diario entra en la tienda del barrio a tomarse cinco cervezas que cuestan dos mil pesos cada una, es decir, que al día se toma diez mil pesos, dinero que probablemente le sería más útil para otra cosa. Al igual que él todos hemos visto y conocemos a alguien así, que como dice mi papá “se gana 50 mil y se come 100 mil”.
En época de coronavirus muchas personas han salido a los medios de comunicación y a las calles a quejarse por la falta de garantías económicas que ofrece el gobierno para sobrellevar este duro momento, y aunque algunos los respaldo porque considero que están peleando justamente, a otros, los considero personas aprovechadas, porque tienen ingresos fijos, tal vez no altos, pero fijos, y que se comen ese dinero, sin pensar más allá del día que están viviendo.
Algunos dirán que uno debe vivir cada día como si fuera el último, que para qué guardar el dinero debajo del colchón si cuando uno se muere no se lleva nada, o para qué crear algún CDT si eso se roban la plata que uno con tanto esfuerzo gano, pues a esas personas les respondo que eso se hace para que no se viva al centavo, y tampoco se endeude para estar al día con las obligaciones. Dejar de comer empanada, dejar de tomarse la gaseosa diaria, o dejar de usar plataformas digitales de transporte en vez de transporte público, es complicado, lo entiendo porque yo tuve que hacerlo, pero gracias a eso aprendí que el dinero debe tener prioridades, no estoy diciendo que uno no pueda darse ciertos gustos en ciertos momentos del mes, comerse un helado al mes o cada 15 días no le quita ni le pone a nadie, pero existen momentos en que esos gustos pueden esperar y que ese dinero ahorrado será mejor invertido.
Esto no lo digo con la intención de quitarle peso al gobierno por su falta de planeación ante las crisis y la corrupción que hay detrás de la falta de dineros públicos que ayuden a toda la sociedad en vez de una fracción de la misma, pues Colombia, en su gran mayoría, está conformada por personas de estrato tres, que aunque en estos momentos tendrán con qué, no se sabe si al alargar la cuarentena puedan continuar solventándose. Mi intención es que todos, en este tiempo de reflexión (un poco obligada) que estamos viviendo recapacitemos sobre el uso que le damos a nuestro dinero, que podamos entender que desde pequeños es vital impartir conocimiento financiero, para que así al llegar a adultos, o pasar por situaciones de crisis, no nos volvamos a ver tan ahogados por la economía y al menos tengamos un colchón financiero que nos saque de los apuros que se puedan presentar.
Desde ahora ahorremos no solo para comprarnos lo que soñamos sino también para tener con qué sobrevivir en diferentes situaciones, aprendamos a distribuir mejor los ingresos, y aunque parece tarea complicada, no es imposible. Esto no es solo aplicable para momentos como el que vivimos, también el mensaje está dirigido para que todos seamos conscientes que un dinero extra nos garantizará una vida tranquila y sin dependencia del gobierno o la familia. Aclaro que veo la necesidad de exigirle al Estado mejores garantías económicas para todos y que se vuelva obligatorio en todos los colegios y universidades la educación financiera, pero es importante que cada persona también sea responsable de sí misma y dejemos de lado la idea de que “vivimos al día”, porque muchos de quienes lo dicen no lo hacen, y están ahora peor que aquellos que sí, pero que supieron organizar sus ingresos.
Por: Paula Andrea Porto Tavera
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