En pleno siglo XXI, parece mentira escuchar a una persona sobre todo latinoamericana referirse en términos peyorativos y racistas hacia un compatriota.
En días recientes los colombianos y el mundo entero vieron y escucharon con asombro a través de infinidad de medios de comunicación, las declaraciones de una mujer que inicialmente se habría presentado como Esperanza Castro, y a quien posteriormente el fiscal general de la nación Francisco Barbosa identificó como Luz Fabiola Rubiano, refiriéndose a la Vicepresidenta Francia Márquez, como ‘Simio’ en una comparación por demás ofensiva en alusión al color de piel de la funcionaria, elegida democráticamente por los ciudadanos de un país caracterizado por su diversidad cultural y racial y no conforme con eso, tras haber proferido insultos y estigmatizaciones en detrimento de la población afro al decir “¿Qué educación puede tener un negro? Los negros, roban, atracan y matan”.
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Como era de esperarse las reacciones a este deleznable acto han sido innumerables, no solo porque resulta inaceptable que como seres humanos no seamos conscientes de nuestros actos y mucho menos del peso de las palabras emitidas para con los otros.
Esta mujer independientemente del descontento válido o no, que quisiera expresarle al recién estrenado gobierno nacional, pasó por encima de la dignidad de un ser humano, de una raza que históricamente ha venido batallando contra personas que al igual que ella, nos consideran una raza inferior, lo cual es una absoluta estupidez digna de alguien que probablemente, a pesar de haber tenido estudios, no haya sabido administrar los conocimientos y permanezca en esos preceptos arcaicos que nos segregaban a pesar de poseer las mismas habilidades que otras razas y que a punta de atrocidades e irrespeto nos sometieron incluso a la esclavitud.
Acto seguido sonaré la campana y le recordaré algunos nombres que con la sola mención echan al traste sus absurdas creencias de clases o razas inferiores: Delia Zapata Olivela, artista investigadora y difusora del folclor de la Costa Pacífica y Atlántica colombiana, Leonor González Mina, conocida como ‘La Negra Grande de Colombia’ una aguerrida mujer nacida en el Valle del Cauca, bailarina de amplio reconocimiento en Europa y recordada como la primera mujer afro en aparecer en la portada de un disco, Doris Hinestroza, brillante docente de la especialidad de Matemáticas, egresada de la Universidad del Valle e incluso con un doctorado de la Universidad de Cincinatti, Teresa Gómez, quien estudió de manera clandestina en el Instituto de bellas artes de Medellín, mismo recinto donde a los 10 años realizó su primer concierto como solista de piano, y Finalmente la mujer que estoicamente ha soportado la estigmatización desde diversos sectores de este país por su raza, luego de lanzarse al ruedo político, si, doña Francia Márquez, nacida al norte del departamento del Cauca, desde adolescente ha sido reconocida por su activismo social y de Derechos Humanos, galardonada con el ‘Goldman Prize’ que se otorga a nivel mundial a líderes defensores de la naturaleza y el medio ambiente, además nombrada por el diario BBC de Londres como una de las 100 mujeres más inspiradoras del mundo en 2019.
Estos personajes son solo la guinda del enorme ‘helado’ que comprende la población negra altamente preparada y con invalorable compromiso social para con este país y con los seres humanos, y que han hecho carrera y méritos sin distingo de raza, credo o religión. Dios bendiga a las personas de bien independientemente de su color de piel.
Por: Erika Baute
Instagram: @erikabauteak
Imagen: Agencia de Comunicaciones Colombia INforma
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