A la humanidad siempre le ha gustado calificar las cosas para determinar quién o qué es bueno o malo, y ante la crisis del Covid–19 la situación no es diferente, pues recientemente han salido listados de los mejores mandatarios afrontando la pandemia. Entre ellos, se encuentran siete mujeres, quienes han sido capaces de controlar al coronavirus en sus países para que así la población no sienta tanto los impactos del mismo. Al ver estas cifras, me pregunto si realmente el poder en el mundo es afectado por el género o simplemente es cuestión de entender al pueblo.
En el mundo, menos del 7% de los líderes globales son mujeres, según las estadísticas de la Unión Interparlamentaria, y aun así logran estar presentes dentro de los primeros puestos en listados que miden a 190 países que ya tienen el virus. Muchas de las estrategias de ellas para combatir el virus correspondieron a acciones tempranas frente al cierre del aeropuerto, al confinamiento obligatorio rápido, y a la efectividad en la aplicación de pruebas, tres cosas que Colombia, quien tiene de presidente a Iván Duque no hizo ni ha logrado hacer, y con él, muchos otros mandatarios a quienes el coronavirus ya se les salió de las manos.
No pretendo defender acciones de mujeres solo por ser mujeres, pero sí me genera inquietud la idea de que llegó el momento de replantear la manera en que se entiende el gobierno con el pueblo, pues mientras la mayoría de países que actualmente están afectados por el Covid–19, que por cierto tienen hombres a cargo, se encuentran en situaciones difíciles porque no tomaron las medidas importantes para la salud pública sino para la economía, y tardaron muchos días en entender que lo que realmente importa es la gente y no el dinero que se produzca. A diferencia, los países en que las mujeres se encuentran al mando, lograron proteger desde el primer instante a las personas, evitando que la curva de contagios y la cifra de decesos sea representativa para las cifras globales.
Alemania, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Taiwán, Nueva Zelanda y Noruega; se pusieron en manos de lideresas que los han protegido tan bien, que hasta sus vidas diarias no se han visto afectadas en la misma proporción como las del resto del planeta, pero no se debe a que sean del primer mundo la mayoría de estos lugares, sino porque sus cabezas al mando se preocuparon por la humanidad antes de la economía, y eso es lo que a Colombia le hace falta.74
En Colombia hay miles de mujeres que día a día tratan de ganar la batalla contra el coronavirus enfrentándolo desde diferentes puntos, sin embargo, sus esfuerzos no son suficientes mientras sigamos viviendo en un país en que los altos mandos, como el presidente y sus ministros, intentan convencer a la gente con cifras contradictorias que lo único que logran es poner en riesgo a todos. La diferencia de los gobiernos no es cuestión de género, es cuestión de empatía, debido a que esta característica es la que permite pensar en el otro antes que en sí mismo, y es ahí cuando se empieza a ver que el bien común, prima sobre el individual.
No se trata de qué mandatario hace bien o mal las cosas, pues cada uno actuará bajo las ideas que consideren optimas, esto lo hago con la intención de hacer entender a la gente que lo único que nos sacará adelante del coronavirus es la empatía, y no solo de los gobiernos hacia su pueblo, sino del pueblo con el pueblo mismo, pues eso se olvida constantemente.
Adicionalmente, quiero dejar la semilla en las personas para que en futuras oportunidades no se dejen llevar por el género de los dirigentes, o de las falsas creencias sobre las capacidades de los hombres y las mujeres, sino por la empatía que cada uno muestra por la gente, pues solo será eso lo que realmente salve al mundo no solo de la crisis del coronavirus, sino de la crisis de la indiferencia.
Por: Paula Andrea Porto Tavera
Instagram: @paulaportocine
Imagen: Freepik
*Las opiniones expresadas no representan la posición de la editorial de Zona Captiva. Es responsabilidad exclusivamente del autor.