A propósito de la celebración del mes de las féminas, algunas reflexiones que a la fecha son pertinentes.
Estamos conmemorando el mes de las mujeres, pero ¿a qué precio? Algunos critican que este se haya convertido en un mes de celebración y no de conmemoración, por las funestas razones que hicieron que el 08 de marzo se decretara como el Día Internacional de la Mujer.
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Pero la realidad es que el voraz incendio del 25 de marzo de 1911, que acabó con la vida de 146 mujeres y en donde al menos 71 resultaron gravemente heridas, terminó siendo la gota que derramó el vaso de injusticias que venía atravesando el mal llamado ‘sexo débil’ y que permitió una sensibilización a la significación de la lucha de grandes personalidades que encararon la hostilidad y el machismo de aquella época con la idea de alcanzar reivindicaciones que hoy TODAS disfrutamos.
Ante lo expuesto no es de extrañar que parte de la población femenina celebre la fecha, además de conmemorar, y es que ambas posiciones son entendibles, jamás podríamos olvidar esas 146 víctimas cuyas vidas truncadas sirvieron de llave para desencarcelar a miles de mujeres alrededor del mundo, ante eso no hay otra cosa más que celebrar, eso sí, honrando la memoria de las caídas, pues el respeto por la vida debe hacer parte del ADN de todas las que entendemos que esta lucha no ha terminado y que conforme pasan los años, nacen o mueren más heroínas, y ocurren eventos que motivan a los países del mundo a reforzar las reivindicaciones femeninas con el fin de alcanzar un trato igualitario desde todo punto de vista y en todos los sectores de la vida cotidiana ciudadana.
Aunque, quisiera hacer un alto y salvedad, de que como, gremio no podemos confundir la libertad con el libertinaje, no en todo somos iguales a los hombres y aunque esas diferencias no deberían influenciar ni desmejorar nuestra calidad de vida, o de oportunidades, si cabe el orgullo y la defensa de nuestra sensibilidad, femineidad, e intuición, características propias de las mujeres que hoy en día el mundo reconoce y que nos han hecho acreedoras de grandes puestos de liderazgo, pues nos basamos en la gestión empática y contributiva, más que en una guía de poder y competencia propia del género masculino, que quizá resultó funcional, en otrora, y a la fecha ocasiona declives importantes a nivel gerencial en cualquier sector desde el cual se ejerza.
Yo amo gobernar con mi inteligencia y perfume, deslumbrar con el ejemplo eficaz de mis acciones, pero también por mi presencia y actitud empoderada, porque eso somos, damas, señoras, profesionales, mujeres, compañeras, líderes, pensadoras y fieles ejecutoras, así le hemos regalado al mundo representantes, en la política, el espacio, las comunicaciones, las fuerzas armadas, el gobierno, la mecánica, y en la casa, porque Todas Somos Necesarias. Dios bendiga a las féminas de Colombia y del mundo.
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Por: Erika Baute
Instagram: @erikabauteak
Imagen: Getty
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