Investigadores javerianos programan robots que brindan soporte emocional a personas con alzhéimer, lo que mejora su calidad de vida y reduce la carga de cuidados para los familiares.
El envejecimiento poblacional en Colombia avanza a pasos de gigante. En las últimas dos décadas, la proporción de personas mayores de 60 años se ha duplicado, pasando del 7,4 % en 1993, a más del 14 % en la actualidad, según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).
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“La pirámide poblacional se está invirtiendo y no hay forma de que pocos jóvenes mantengan a tantos adultos mayores si no se hace un ajuste. Es una necesidad creciente en los próximos años a nivel mundial”, asegura Enrique González, profesor de la Facultad de Ingeniería de la Pontificia Universidad Javeriana.
A este crecimiento acelerado se suma otra problemática: el aumento de la incidencia de enfermedades relacionadas con la edad, como el alzhéimer, que requieren de cuidados y atención especializada por parte de familiares y cuidadores.
Con eso en mente, González dirige un grupo de investigación que, en colaboración con el Departamento de Geriatría del Hospital San Ignacio de la Javeriana y la Universidad Carlos Tercero de Madrid, desarrolló un software para robot (RES-PwA) con el objetivo de apoyar el cuidado de adultos mayores con demencia por alzhéimer en estadios leves y medios, para así mejorar su calidad de vida.
Pepper, como se llama este robot, es un humanoide que tiene la capacidad de reconocer rostros y emociones. Es blanco, mide aproximadamente 1,20 metros de altura, tiene ojos tan expresivos como los de un cachorro, se moviliza con destreza gracias a su base con ruedas y tiene una pantalla táctil en el pecho que le permite mostrar información, imágenes y videos. Además, cuenta con altavoces y micrófonos integrados que le brindan la capacidad de hablar y escuchar a las personas. Mejor dicho, es encantador.
Una mano amiga
¿Cómo ayuda este robot a los pacientes? A través de dos pilares fundamentales para los que fue programado: entretenimiento y actividad física.
Para lo primero, entrenaron al robot de manera que interactúe con las personas hasta que aprenda lo que más les gusta. Así, rápidamente sabrá si, por ejemplo, el paciente prefiere una canción de Alci Acosta en lugar de Galy Galiano, y si disfruta más escuchar una historia sobre las ruinas incas que una de acción o fantasía.
Sin embargo, no se trata solo de la cuentería o la musicoterapia. Pepper está diseñado para brindar soporte emocional, por lo que en caso de que detecte que la persona está triste, no se limitará a poner una canción, sino que a través de movimientos suaves y otras habilidades buscará levantarle el ánimo.
Por otra parte, la actividad física es la novedad del proyecto. Con esta función invita a los pacientes a que, dependiendo de las necesidades que haya visto el equipo médico, desempeñe actividades de movimiento y coordinación. En caso de que no pueda caminar, está pendiente de que los pacientes lleven a cabo los ejercicios sentados en una silla. La idea es que, más adelante, varias personas puedan tener sesiones simultáneas con un solo robot.
De niños a adultos mayores
El proyecto comenzó en 2017 con la idea de utilizar robots para ayudar a los niños a aprender de manera interactiva. El primer modelo que se desarrolló fue en un robot Baxter, un diseño más industrial, con dos brazos y una pantalla, pero que por su aspecto físico no era muy amigable sino más bien intimidante.
“Al principio los niños le temían, pero luego se acostumbraron a él y no querían apartarse. La investigación que realizamos demostró que la participación de este androide fue crucial para el rápido aprendizaje de los estudiantes”, relata el profesor González.
Esta idea se extendió a la atención de adultos mayores y evolucionaron al modelo Pepper que tienen hoy en día. Van en la tercera etapa de investigación: primero se hizo con dos trabajos de pregrado en el Departamento de Ingeniería de la universidad y ahora se está trabajando en una tesis de maestría.
La patente que se lleva todos los aplausos
Los robots no se estresan, ni gritan, ni regañan. Eso, según González, hace que muchas veces los pacientes les prefieran sobre los humanos, pero, aunque asegura que son consideraciones éticas y sociales que se deben tener en cuenta, ese no es su objetivo.
“No queremos reemplazar al cuidador sino ver cómo podemos apoyar su trabajo con el robot al satisfacer algunas de las necesidades fundamentales del adulto mayor. En últimas, quien tiene el control es el cuidad: or especializado que está a cargo de estas personas”, indica el ingeniero.
En ese sentido, una de las innovaciones más importantes del software que desarrollaron, y que ya está patentada, es la capacidad de tomar decisiones como lo haría un humano: priorizando. “Si al paciente le da un ataque o necesita atención inmediata, el robot no sigue cantando o bailando, sino que sale a pedir auxilio. Sabe que tiene que pasar a lo más urgente y reaccionar de forma instantánea a diferentes imprevistos”, agrega el investigador.
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Con el envejecimiento de la población en Colombia y en todo el mundo, esta innovación puede ser una herramienta útil para apoyar a los cuidadores y reducir el riesgo de soledad y depresión en los adultos mayores. Es un ejemplo de cómo la tecnología puede mejorar la calidad de vida de las personas en una sociedad que envejece rápidamente.
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