En el mundo en el que vivimos, no somos ya los antiguos cazadores que debían recorrer kilómetros para cazar la comida del día, para traerla, y poder sostener la comunidad. Sabemos que los jefes debían hacer alianzas con sus tribus vecinas para poder mantener cierta seguridad frente a clanes rivales que pudieran amenazar su supervivencia; hacer tratados para poder expandir su influencia.
Luego de tanto, y tantas cosas, hoy en día no tenemos una batalla campal en el plano territorial, ni político, ni económico (bueno, en temas internos si), sino más bien peleamos diariamente en una guerra por los negocios, por obtener resultados, y salir adelante…
Le puede interesar: “Aquello que no vimos venir…”
Es una guerra sin cuartel por el simple, notable, constante y totalmente obvio hecho de que los negocios requieren algo más que el mero hecho de hacer transacciones entre personas, entre entidades, entre países: Es la confianza la que se usa como moneda de cambio.
La confianza a lo largo de los años, y desde los inicios de la vida, ha sido fundamental para poder coexistir y aumentar las posibilidades de supervivencia.
Hoy solemos hablar de los amigos, de los clientes, de los proveedores, de los colegas, entre otros, indica de una u otra forma, de un signo positivo de confianza, de un signo favorable al intercambio de elementos, tiempos, vivencias, etc., pero, ¿qué pasa con las personas en quienes no confiamos? ¿qué pasa con las personas en quienes confiamos y terminan decepcionándonos?.
Es obvio que tanto en los negocios como en las relaciones humanas, es esencial entender que la confianza que se le brinda a una persona no siempre, es más, pocas veces, se responde de manera similar; puedes confiar en alguien de manera más o menos aceptable como para entrar en una relación interpersonal que pueda prolongarse en el tiempo, pero tal vez esa persona o confía más en ti, o menos…
Es triste cuando ambos confían el uno en el otro, se tratan de manera muy íntima, pero terminan descubriendo que uno de los dos perseguía intereses diferentes a los que se mostraban en un comienzo, es el pilar fundamental de la desconfianza, hay que construir una sociedad que pueda confiar más en sí misma, pero las condiciones no están dadas…
En los negocios hay que leer 2 y 3 veces lo que se va a firmar, un producto debe ser revisado minuciosamente para poder decidir comprarlo, ¿por qué?, porque no se puede confiar en todos, y en uno recae la consecuente responsabilidad de las decisiones que se toman.
En la vida están los traidores, y todos los demás, el lobo y las ovejas, el león y las gacelas…
Podemos aprender a confiar, pero con cautela, una lección que aprendí no hace mucho, es que «ser buena gente, puede costar muchísimo», y no solo en términos monetarios, sino en lo emocional, lo psicológico, las habilidades sociales dependen de una buena racha de confianza servida y correspondida…
Vive la vida, pero con responsabilidad.
Lee también: Amor propio…como la cédula, nunca salga sin él
Por: Jean Carlos Guerra
Instagram: @jeanguerra.95
Imagen: Fundación Belén
*Las opiniones expresadas no representan la posición editorial de Zona Captiva. Es responsabilidad exclusivamente del autor.