Siempre que llega este mes, pienso en lo feliz que he sido desde que viniste al mundo, por cada llanto, sonrisas, por el dolor la ternura y por tus sueños mi vida.
No es cliché decir que mamá no tiene un mes si no una vida de reconocimiento y celebración, porque dar hijos al mundo es de esas grandes tareas en las que, aunque tú no quieras te comprometes por siempre.
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Desde que los traje al mundo, me invadieron muchos miedos, uno que otro permanece, pero es parte del camino. Siento profunda alegría al recordar sus inicios cuando en tan solo una risa, un suspiro o una caricia, solucionaban mi vida.
Ahora que ya son mayores, regresaron esos miedos, al no saber dónde están o lo que vayan haciendo, y no es sobre protección porque confío en los hijos que levanté con mi ejemplo. Como diría una amiga es solo que “el mundo es puerco”.
Criar hijos es aprender a soltarlos, cuando el viento de la edad, te pide dejarlos sueltos, confiar en sus corazones y en las tantas enseñanzas que les diste de pequeños. Ahora que hasta en estatura sobrepasaron mi vuelo, les digo que vuelen alto tanto como aguante el cuerpo, son libres de hacer del mundo, lo que le pidan sus sueños, aquí estaré para ustedes si necesitan sosiego, un abrazo o una caricia como cuando eran mis niños, siempre he sido y lo seré guardiana de sus momentos, como testigo silente de sus fracasos o éxito, hasta el final de mis tiempos.
Los hijos son a una madre, como parte de su cuerpo, por lo que, si alguno falta, esa madre está sufriendo, cada uno es irremplazable y te mueve el sentimiento, son distintos y se aman a pesar de sus defectos, eso es parte inexplicable de este lazo tan inmenso que representa en nosotras el fruto de algún afecto que nos dejó esta semilla que te acompaña en el tiempo y que con solo mirarlos te revuelven los recuerdos.
Mi deseo es que algún día, puedan contarle a mis nietos, que tuvieron una abuela que aunque peleó mil batallas por llevarlos a buen puerto, siempre fue digna del respeto, que predicó con su ejemplo. Dios bendiga a todas las madres del mundo, a la mía que está en el cielo y a los hijos que el destino me regalo como abrigo Erika y Carlos.
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Por: Erika Baute
Instagram: @erikabauteak
Imagen: Cortesía Erika Baute Alzualde
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