Salir con miedo a ser mujer es el pan de cada día. Aunque vivimos en una sociedad donde el cuidado y la protección hacia la mujer es latente, a veces no alcanza y aprendemos a normalizar ese pánico en diferentes espacios.
Ustedes se preguntarán ¿Bueno y ahora a qué viene el tema? Mi respuesta es simple: a mi propia experiencia.
El 15 de abril fue el concierto de Greeicy Rendón en el Movistar Arena en Bogotá, el público, mayormente femenino, fue el que lleno el espacio, y en esto me incluyo. Todo fue increíble, todos los asistentes disfrutamos y cantamos como si no hubiese más en la vida, pero en medio de todo esto pude observar un par de detalles que no dejaron de resonar en mi cabeza y que hoy quiero hablarlo con ustedes.
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Vi muy pocas mujeres solas (yo era una de ellas) y estoy segura que todas tuvimos que tener la conversación con amigos y familia de «en serio vas sola, cuidese mucho» ,»mejor no vaya, qué tal le pase algo», «a mí no me gusta, pero me hubiera dicho y yo la acompañaba». Ahí es donde parte el punto uno del miedo inminente de ser mujer ¿Por qué creen que siempre debemos salir con compañía? ¿Por qué a los hombres no les dicen lo mismo? ¿Por qué siempre debemos cargar chaperón como si todavía fueran los años mil seiscientos?
Creo yo, que es porque seguimos viéndonos vulnerables y débiles; ojo, no me mal entiendan, no es que entonces todas tengamos que vernos como boxeadoras o algo similar, sino que socialmente, seas una mujer adulta de más de 40 años, ante los ojos de todos eres «débil», principalmente porque siempre han recalcado que necesitamos vigilancia para evitar malos ratos. ¿Acaso a los hombres no les puede pasar lo mismo? Tal vez a ellos también deberíamos cuidarlos igual, pero no sucede porque ellos son «Hombres que son capaces de cuidarse solos». Al final es una cuestión de equidad e igualdad, que al parecer todavía no la logramos en entornos sociales como estos.
El segundo punto fue que hubo quienes sí fueron acompañadas, de la mamá, la amiga, el novio, el mejor amigo, etc. Y no, créanme que ví muchos de esos acompañantes sentados viendo el celular porque se notaba a leguas que solo estaban ahí por no dejarlas solas. Entonces, están las que nos arriesgamos a salir sin chaperones, pero tenemos a todos con el Ave María en la boca hasta llegar a casa, y están las que a fuerza deben cargar con alguien para disfrutar de estos espacios. Acá ya no es solo por vernos débiles, acá ya es por no tenernos confianza. En los entornos más reales, amigos y familia no confían en nosotras como individuo y creen que somos ovejitas perdidas que el lobo se llevará en el momento menos pensado, pero NO, no somos tan inocentes, sabemos reconocer el bien y el mal y cuidarnos por nuestra propia cuenta.
Para hacerles corta la historia, con esto voy a resaltar el hecho de que como mujeres vivimos con miedo a que el conductor de plataforma nos haga algo, a qué si tomamos un taxi en la calle nos robe, a qué si salimos solas nos pase algo terrible, e infinidad de micromiedos que nos roba esa libertad de vivir experiencia a plenitud.
Por eso al final quiero dejarles la reflexión de si de verdad debemos seguir enseñando a las mujeres a cuidarse, o a la sociedad a respetar a cada miembro que pertenece a ella (hablo principalmente de mujeres porque somos la población con más alto riesgo de que nos suceda algo de lo anterior mencionado, pero también reconozco que los hombres pueden vivir lo mismo, pero no lo expresan)
Empecemos a transformar esos conceptos a confiar y a construir un espacio donde todos estemos seguros y salir no sea una misión de alto riesgo, eliminemos esa normalización del caos y construyamos un lugar con mejores oportunidades de vivir libres. Permitamos vivir en paz y por fin dejar el inminente miedo de ser mujer de lado.
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Por: Paula Andrea Porto Tavera
Instagram: @paulaportocine
Imagen: Freepik
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