Quedan pocas horas para el 5 de noviembre y la economía estadounidense comienza a sentir la presión frente a una incertidumbre que llega a niveles históricos en un momento en el que el mundo espera si llegar a la orilla, o lanzarse al precipicio de la Tercera Guerra Mundial.
Entre los actores que comienzan a leer números altamente volátiles está el NYSE, o mejor conocido como la Bolsa de Nueva York. Este punto es altamente importante debido a que en él diariamente se transan un promedio de 553 millones de dólares americanos en acciones que hoy en día capitalizan un valor de más de 28 billones de dólares (USD).
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Junto al NASDAQ, representan un fuerte nodo comercial entre los mercados mundiales, tanto en las acciones anteriormente mencionadas, como en las cotizaciones de valores de activos, mercancías y commodities cuyos precios son sensibles a las condiciones de mercado, tanto dentro de los Estados Unidos, como fuera de él.
Actualmente las elecciones estadounidenses están enfrentando modelos ideológicos altamente polarizados, cuyas campañas políticas han decidido enfrascar la pelea en una lucha encarnizada por la verdad y la razón. En este contexto podemos observar que la campaña demócrata de la candidata Kamala Harris insiste en la continuación de la política del Estado presente donde buscan incentivar la aplicación de controles, impuestos, sanciones y legislaturas sobre temas cada vez más críticos dentro de la sociedad norteamericana.
Ejemplo de esto puede ser la constante inserción del Estado en el control de armas de fuego para civiles, quienes día tras día luchan contra la ATF y su política de reducción del arsenal disponible para los civiles comunes que desean defender su vida, su integridad y su propiedad. También podemos encontrar un gobierno que alienta a delincuentes comunes a asaltar a plena luz del día los negocios, tiendas, centros comerciales, entre otros; sin que los ciudadanos o la policía pueda detenerles o hacerles temer de un castigo ejemplar que desincentive de tales conductas.
También se sabe que la gestión actual prefiere destinar cientos de miles de millones de dólares en asistencia a terceros países con armamento, munición, tecnología militar, despliegue de tropas, etc., en vez de asistir a un pueblo que día tras día ve cómo su infraestructura se deteriora, en vez de hacer valer la Ley para todos por igual, cuando se puede observar una cultura de poner los derechos de una minoría por encima de los demás, cuando se presiona a los medios de comunicación para la censura y promoción de elementos pro gubernamentales, cuando se entiende que ser de piel clara te hace supremacista en vez de ser sólo un ciudadano más. Es una escena donde el sentido común desaparece.
Por su parte, la campaña republicana liderada por el ex-presidente Donald Trump, busca enérgicamente corregir los errores desde adentro de la clase política. Un golpe de timón que busca reposicionar a los norteamericanos por encima de cualquier interés geopolítico innecesariamente costoso para el ciudadano que diariamente con sus impuestos sostiene políticas de estado deficitarias, que sólo impulsa más deudas, más inflación, y un Estado incapaz de saldar sus compromisos.
El expresidente Donald Trump completó su primer mandato bajo una fuerte presión mediática que dinamitó el apoyo popular con una serie de escándalos nada relevantes, que buscaba distraer la atención de la población sobre asuntos realmente importantes para la nación americana, entre ellos, el reordenamiento geopolítico que incluía a Rusia, Irán, China, Corea del Norte, India, Europa, Latinoamérica y el Caribe. Un ordenamiento que buscaba atraer las inversiones políticas y económicas en suelo estadounidense.
El reestructuramiento jurídico perseguido también buscaba una dramática reducción del poder del Estado sobre sus ciudadanos, buscando defender las libertades personales por encima de los privilegios políticos establecidos, obviamente, una jugada muy costosa para su imagen luego de falsos escándalos que terminaron por frenar la reelección en los comicios del año 2020.
La economía mundial está alerta por lo que podría ser o la profundización de la inestabilidad económica, política y militar alrededor del mundo, o la reafirmación de un líder pacifista pero fuerte a quien no le tiembla el pulso para hacer valer su posición de una manera u otra.
El martes 5 de noviembre veremos, algunos con más expectativas que otros, cómo se desarrolla un evento que pocas veces puede llegar a incorporar un nivel de incertidumbre tan elevado.
¿Alguien más está nervioso?
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Por: Jean Carlos Guerra
Instagram: @jeanguerra.95
Imagen: Omar Educación Financiera
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