El presunto asesinato de Javier Ordóñez a manos de miembros del CAI de Villa Luz, fue la gota que derramó la copa, pues los ciudadanos se abalanzaron a las calles a rechazar el abuso policial que se viene presentando desde hace meses, y no, no son “unas cuantas manzanas podridas” ni mucho menos hechos aislados, tal como el gobierno lo quiere hacer ver, esto va mucho más allá de esa afirmación.
Como consecuencia de ello, los plantones no se hicieron esperar frente al lugar de los hechos, consagrando a un centenar de personas, los cuales exigían respeto por la vida, pero sobre todo justicia, y es que a este punto todos han visto el vídeo en el cual Ordóñez fue reducido mientras suplicaba por su vida, y, como si fuese poco, fue conducido al CAI de Villa Luz, donde posteriormente fue golpeado hasta causarle la muerte.
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Tristemente, este no es el primer CAI en donde ocurren este tipo situaciones, y estos dos policías no son los primeros que incurren en conductas violentas y desmedidas, por ejemplo: en Bucaramanga, en el año 2015 fueron condenados cuatro policías por abusar sexualmente de una niña; mientras que en Bogotá, una mujer denunciaba ser detenida de forma arbitraría, denudada, abusada y robada; a su vez, un uniformado sería investigado por torturar a un detenido en el Codito, Usaquén; en Suba, una joven denunció ser víctima de abuso, secuestro y tortura, en este instante vale la pena preguntarse: ¿desde cuándo los CAI se convirtieron en centros de tortura y violación?. Por su parte, fueron capturados 12 policías tras estar implicados en casos de corrupción; sin dejar de lado los dos agentes que fueron llevados a la cárcel por extorsionar a residentes de una vivienda.
Con lo anteriormente expuesto, volvemos a las protestas de los últimos días, ya que la brutalidad policial no solo fue de esas dos “mazanas podridas”, sino que, por el contrario, estos no son hechos aislados, ya que se evidenció el actuar de forma sistemática en diversas localidades de Bogotá y municipios aledaños a la capital, causándole la muerte a más de diez personas y sumando más de 200 heridos. Los ciudadanos fallecidos, en su mayoría contaban con impacto de bala, y es que, tras las declaraciones de los medios nacionales, se dijo que estos habían sido producto de balas perdidas, pero… las redes sociales evidencian lo contrario: uniformados disparando y agrediendo con palos a los manifestantes, inclusive, a personas que solo filmaban lo que allí sucedía… ¿quién dio la orden de disparar y sembrar terror durante dos noches en Bogotá?
Para este punto, vale la pena seguir con la misma premisa del gobierno nacional, si son “unas cuantas manzanas podridas”, ¿Por qué salieron en su mayoría a reventar manifestantes y personas del común?, ¿Por qué ingresaron a las viviendas para sacar personas y golpearlas sin razón alguna?, ¿Por qué las recalzadas que le causaron la muerte a Dylan Cruz se siguen utilizando?
Por su parte, Carlos Holmes Trujillo junto a los altos mandos de la policía, pidieron perdón por el asesinato de Javier, sin embargo, esto debió ser el pilar fundamental de los días anteriores, evitando que más vidas se perdieran.
La policía nacional ya no es de los colombianos, es más, me atrevo a decir que nunca lo fue. Solo es una institución que succiona nuestros impuestos, que no vela por el bien común y que mucho menos salva guarda a los ciudadanos, con sus actos, parece que quisieran convertirse en los enemigos de toda una sociedad, la cual está cansada de ser extorsionada, asesinada, violentada y abusada, esa misma que hoy vuelve a las calles pidiendo JUSTICIA y RESPETO por la vida.
Por: Nicolas Rivera
Instagram: @Nriveracc
Imagen: MSN
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