¿Qué piensan las personas sobre el amor? ¿Cuántos serán los que creen en los finales felices, las reconciliaciones a través del tiempo y en la fuerza del amor? ¿Cuántos se llamarán a sí mismos realistas, negándose a la necesidad de aceptación y compañía de otros seres humanos?
Estas son preguntas que me parecen difíciles de responder, porque las personas viven dimensiones distintas del mismo fenómeno. Quienes viven el amor a través de su experiencia personal, mortal e imperfecta, también suelen alimentarse de mitos que rodean al amor por productos como las películas y las series, donde las relaciones afectivas resultan casi superhumanas, capaces de renovar su unión con cada capítulo que pasa.
Un ejemplo apropiado para ilustrar esto es una película de 1998, dirigida por Álvaro Fernández Armero y que se llama “Nada en la nevera”. Esta cuenta la historia de Carlota y Jose Mari, dos jóvenes quienes creen fervientemente en el amor y que parece no tienen mejor cosa que girar su vida entera alrededor de tratar de conquistar al otro, o en su defecto, celarlo. La película es un ejemplo perfecto de cómo la cultura popular venía construyendo la idea del amor desde la década del 90: dependiente, inestable, falto de libertad, inviable pero durable.
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Tanto Carlota como Jose Mari viven en ese mundo en el que el amor es una apuesta de todo o nada. Si hay ausencia de amor, entonces no hay vida; y solo se logra una buena vida a través de un buen amor. No soy de los que creen que el amor es trivial para la vida diaria, pero el universo en el que películas como esta se establecen han convencido a millones que el amor es superior a los humanos, que nos transforma en seres mejores y podría redimirnos de todo pecado.
No obstante, yo creo que el amor es un fenómeno multidimensional. Parece que sufriéramos una incapacidad de poder meditar sobre su versión mortal junto con la inmortal al tiempo. Me topé con alguien, quien se le puede considerar una romántica empedernida, quien decía que envidiaba a las generaciones mayores, pues en estos grupos de personas se tienden a presentar largos matrimonios. En cambio, para ella, las generaciones más jóvenes suelen huir al compromiso, como si quisieran escapar de la estabilidad emocional de una relación afectiva tradicional.
Si bien es cierto que las uniones maritales cada vez se presentan menos en nuestro país con las nuevas generaciones, también vale anotar que antes había una menor independencia de las mujeres, sobre todo, que las obligaba a quedarse en relaciones abusivas, frustrantes o simplemente sin chispa, por lo que era común que antes los matrimonios duraran más. Igualmente, según la Corporación Excelencia en la Justicia, cada vez las personas se casan menos; desde 2016 a 2019, se pasaron de 61.518 matrimonios civiles a 38.480 respectivamente, mientras que el divorcio en ese mismo periodo se mantuvo estable.
¿Están perdiendo las personas su fe en el amor que sus comedias románticas noventeras favoritas les prometían? En mi opinión, creo que las nuevas generaciones están entendiendo que el amor es un fenómeno cambiante. Para muchos, el matrimonio no es el símbolo de amor imperecedero que era antes, sino un contrato que media una relación sentimental.
En el auge de la inteligencia emocional y las fluidez del amor, las nuevas generaciones están apostando por modelos menos ortodoxos de relacionarse con sus pares en términos afectivos y sentimentales. Así, las relaciones poliamorosas, los amigos con derechos, la unión libre, etc., están diversificando las formas de vivir el amor, sea a corto o largo plazo.
No obstante, el amor moderno no es tan diferente al de las décadas anteriores. Retomando esa idea de que este fenómeno es superior a los humanos, es necesario que entendamos que no solo no es superior, sino que está moldeado a nuestra imagen y semejanza; el amor es humano y por tanto, susceptible a todas los vicios y virtudes de la condición humana. En vez de caer en la nostalgia por los viejos caminos del amor que ya no se transitan, estos tiempos nos demandan que reformemos el amor, pues ya no significa lo mismo que antes.
Si usted es de esos que aún suspira por las películas y series románticas, aquí le va una recomendación que le brindará algunas perspectivas en estas tendencias. La serie en cuestión se llama “Amor moderno”, de la productora Amazon Prime, que explora una serie de columnas de opinión sobre las nuevas formas de amar. Se encontrarán con historias como una atípica relación entre una joven escritora y el portero de su edificio, quien nunca aprobó a los hombres que ella llevaba a su casa; o la historia de un empresario de las aplicaciones de citas quien no pudo superar un viejo amor.
Por: Jorge Iván Parada Hernández
Instagram: @jiph182
Imagen: My Modern Met
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