Álvaro Uribe Vélez es un hombre de moda en el Estados Unidos latino. El senador y expresidente fue comparado por el miembro de la cámara de representantes republicano de Florida, Mario Díaz-Balart, con Abraham Lincoln, el presidente n° 16 de los Estados Unidos famoso por liderar el proceso de emancipación de los afroamericanos y a la Unión durante la Guerra Civil Estadounidense.
Díaz-Balart dijo en una entrevista a La W que Álvaro Uribe «es el estadista líder más grande que ha dado los últimos 50 años. Para mi el presidente Uribe, para Colombia, es lo que fue Abraham Lincoln para los Estados Unidos en su momento. Yo estoy convencido que el presidente Uribe salvó a Colombia en un momento muy difícil».
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La desproporcionada comparación viene durante un tiempo álgido en el país norteamericano. Sus elecciones tendrán lugar esta semana y definirán el presidente entre el demócrata Joe Biden y Donald Trump. No es casualidad. En las últimas semanas han habido acercamientos entre políticos colombianos y estadounidenses que han desatado debates sobre intervención electoral y del mismo papel de Uribe en la política colombiana.
El senador y expresidente ha hecho algunas apariciones con candidatos al senado del país norteamericano, como María Elvira Salazar, quien ha manifestado una gran admiración por el expresidente. También, hace unas semanas el nombre de Uribe fue puesto en una calle de Miami, no sin levantar polémica de parte de colombianos opositores residentes en el sur de la Florida al líder del Centro Democrático.
Teniendo en cuenta este clima político, ¿serán ciertas las palabras del representante Díaz-Balart? ¿Es Uribe para Colombia lo que Lincoln significa para Estados Unidos? Esta es, sin duda, una afirmación engañosa.
Si bien es innegable que la irrupción de Álvaro Uribe en la política colombiana significó un antes y un después en la historia de nuestro país, comparar su legado con el de Lincoln es, si acaso, un exceso. Uribe significó una ruptura de la hegemonía liberal-conservadora que fue reemplazada por una sensación de renovación de la clase política, quien llevaba todo el siglo XX tratando de resolver los problemas de siempre.
Claro que después de su presidencia hubo un impacto para la clase media frente a la seguridad del país y un potenciamiento de la clase empresarial. La opinión pública veía algunas luces después de décadas de conflicto incesante y de tímida libertad económica. Lo que no se puede observar en esta orden de ideas es el significado para el país de su mandato una vez que lo dejó.
Abraham Lincoln, por su parte recibió un país dividido y en guerra, con una profunda crisis económica y social, dado que la base de la economía confederada se sustentaba en la mano de obra esclava. La victoria de la Unión en la Guerra Civil Estadounidense significó no solo la emancipación de miles de esclavos negros, sino también la unión de su país en una voluntad única lo que permitiría cumplir el Destino Manifiesto y encaminaría a esta nación a la realización de la Doctrina Monroe.
Uribe logró una unión así durante algún tiempo. Su «Seguridad Democrática» centró como nunca antes a las guerrillas como principal fuente de los problemas de Colombia y sus resultados explican la gran aprobación que el entonces presidente gozaba. Pero la extensión de su actividad política hacia el Senado, propiciada por la pérdida de influencia en el poder ejecutivo una vez Juan Manuel Santos se mostró disidente al uribismo, llevó a Álvaro Uribe por una senda de radicalización de su política. En suma, este se ha convertido en uno de los polos responsables de la fragmentación del país frente a procesos tan trascendentales como la paz con las FARC.
Es paradójico, pues antes de su llegada a la presidencia, el Estado colombiano pudo considerarse como uno fallido, pero la misma estructura que Uribe ayudó a construir e impulsar a través de su poderosa fuerza política es una en la que se ha empecinado en moldear a su voluntad en intereses, sobre todo cuando se ha visto envuelto en investigaciones criminales.
Cuando Álvaro Uribe Vélez tenga como compromiso el de unir al país que alguna vez lideró con la intención de cumplir el destino de nuestra nación, toda la nación, podrá ser un recordatorio de estadistas como Lincoln.
Por: Jorge Iván Parada Hernández
Instagram: @jiph182
Imagen: Beers and Politics
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