El pasado jueves 29 de octubre fue asesinado Osvaldo Muñoz de 45 años de edad. Un hecho más que se suma a la dolorosa lista de decesos violentos a los que estamos tristemente habituados en el país. Es en estos momentos cuando esperamos con una ilusión nunca correspondida, que nuestros dirigentes tengan acciones que correspondan a la gravedad de lo sucedido, pero de nuevo las malas decisiones terminan por opacar cualquier atisbo de buena voluntad política. La alcaldesa Claudia López en una intervención respecto del crimen declaró: “No quiero estigmatizar, ni más faltaba, a los venezolanos, pero hay unos inmigrantes metidos en criminalidad que nos están haciendo la vida de cuadritos (…). Aquí el que venga a ganarse la vida decentemente, pues bienvenido, pero al que venga a delinquir deberíamos deportarlo sin contemplación”; palabras que sin quererlo, ayudan a legitimar el discurso xenofóbico que toma cada vez más fuerza en el país.
La misma alcaldesa luego saldría a aclarar que su afirmación no tenía intención de promover el rechazo hacia los ciudadanos venezolanos que viven en Bogotá. Dijo que proponer la deportación para aquellos ciudadanos extranjeros que cometan delitos en Colombia no es un acto de xenofobia sino un acto lógico, es usar las herramientas legales de las que dispone la justicia del país para el beneficio de todos. Pero el daño ya estaba hecho, pues la forma en que se comunicó no se corresponde con lo que demanda un contexto complejo como el colombiano.
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El Barómetro de Xenofobia es una herramienta creada a través de la alianza entre diferentes entidades y organizaciones entre las que destacan Save The Children, la fundación Friedrich-Ebert-Stiftung en Colombia, Corporación Otraparte; Fundación Interpreta (Chile) y la Universidad Externado de Colombia. Con esta plataforma se pretende identificar, categorizar y analizar el fenómeno de la discriminación de personas de origen extranjero en nuestro país y la región. Esta iniciativa fue lanzada el pasado 15 de septiembre, y justifica su fundación en la necesidad de contar con insumos para entender la conversación que se genera alrededor del tema de la migración en Latinoamérica.
Según este observatorio, la conversación en redes sociales entre los días 28 y 30 de octubre – cuando tuvieron lugar las declaraciones de Claudia López- que relacionaba a personas venezolanas con actos de criminalidad aumento un 918 % en Bogotá; 900 % en Cúcuta; 300 % en Barranquilla, y un 250 % en Medellín, esto en relación con las menciones del día anterior. Las frases más usadas dentro de los mensajes emitidos fueron venezolanos hijueputas, limpieza social y matando venecos; aunque también hubo menciones que señalaron el carácter xenófobo de las publicaciones como: xenofobia, discurso de odio y hermanos venezolanos. Una de las conclusiones a las que llega este informe sobre las afirmaciones de la alcaldesa es que el 43 % del total de las publicaciones que vinculaban a ciudadanos venezolanos con hechos de seguridad desde a partir de las 8:00 pm del día 29 de octubre, hacían referencia al enunciado emitido por la alcaldesa en medios de comunicación.
A pesar de que López intentara aclarar sus palabras horas más tarde, es innegable que sus declaraciones tuvieron un efecto negativo sobre el debate público. Sus palabras incitaron una ola de comentarios negativos en redes sociales en los que se estigmatiza a los inmigrantes como uno de los principales factores de inseguridad en el país.
Algunas personas intentaron defender la salida de Claudia López, aduciendo que no había nada de xenófobo en sus afirmaciones ¿Por qué estaba mal señalar un problema de seguridad evidentemente relacionado con la migración? Que lo dicho por mandataria capitalina no era para tanto. Si aquello que dijo hubiera sido pronunciado por una persona de a pie tal vez podría verse de esa manera, pero en este caso lo dijo la mujer que ocupa el segundo cargo de elección popular más importante del país. No son las declaraciones de una ciudadana común y corriente, Claudia López es la representante del gobierno de una ciudad con cerca de ocho millones de habitantes, entre los que también se encuentran los inmigrantes, a quienes debe garantizar su protección como a cualquier otro ciudadano colombiano. Las palabras de la alcaldesa generaron un aumento exponencial de los comentarios negativos hacia los venezolanos en redes sociales que han sido replicados por un numerosas páginas de noticias en internet, así que sí, sí es para tanto, porque las plataformas digitales en la actualidad son una extensión en línea de la comunicación offline y no se deben subestimar sus efectos en la vida real, como no lo han dejado ver los escenarios electorales en los últimos años.
Adicionalmente, con su enunciado, la mandataria ha creado una discusión alterna en la que se estigmatiza a los inmigrantes y su presunta relación con el crecimiento de la criminalidad en Colombia, cuando en principio la conversación debería estar ligada a la aplicación de justicia en el homicidio de Osvaldo Muñoz, por lo que desvió la atención del crimen cometido hacia un terreno infértil donde diferentes sectores políticos han intervenido para capitalizar con sus discursos un hecho lamentable como la muerte de un ser humano.
Las declaraciones de Claudia López no son defendibles desde ningún ángulo. Aunque su intención original fuera condenar públicamente los actos cometidos por los delincuentes que le quitaron la vida a Osvaldo Muñoz, lo que logró fue algo diametralmente opuesto. Cómo ciudadanos debemos exigir el mayor de los estándares a nuestros dirigentes en su accionar político así como en la manera en la que abordan los hechos, porque la aplicación de las políticas públicas recae en gran medida en su interpretación del contexto social en el que gobiernan, y su entendimiento de los acontecimientos no debe favorecer las discusiones que difamen, señalen y estigmaticen con prejuicios a cualquier grupo social. El respeto, el sentido de justicia y la equidad son compromisos adquiridos por los candidatos al ser electos en una democracia que les demanda una responsabilidad superior, y no debemos conformarnos con menos, por nosotros, por el otro y por las víctimas de un país violento como el nuestro.
Por: Juan Ramírez
Instagram: @sebasragut
Imagen: Mónica Rodríguez
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