Lo primero fue la exclusión de ciertos bancos rusos de la Sociedad para las Comunicaciones Interbancarias y Financieras Mundiales (Swift, por sus siglas en inglés), sistema que posibilita los movimientos de pagos entre instituciones financieras en cerca de 200 países.
La determinación se hizo oficial el pasado 03 de marzo y afectó directamente a VTB Bank (el segundo banco más importante de Rusia) y otras seis instituciones. Sberbank, el banco más grande de Rusia, y el Gazprombank, de la compañía estatal de gas Gazprom, quedaron exentos. Eso se debe a que ambos están estrechamente vinculados al sector del petróleo y del gas.
La dependencia hacia Rusia, particularmente de países como Alemania, implica que ante una prohibición total del sistema se enfrenten a un desabastecimiento en los insumos energéticos. Otra medida sin precedentes fue la congelación de activos del Banco Central de la Federación Rusa. Nunca en la historia contemporánea se había fijado este tipo de sanciones directamente a un banco central. Con eso se espera limitar la capacidad del Banco de acceder a más de US$630 billones en reservas de divisas.
Además del congelamiento de activos en el extranjero, los actores implicados en la invasión de Ucrania tendrán que lidiar con medidas como la privación de la ciudadana europea para ellos y sus familiares. Algunos de los individuos señalados son Lavrov, ministro de Relaciones Exteriores, figuras importantes del Ejército bielorruso, empresarios y personas de poder político cercanos al Kremlin e incluso el propio Putin. Inclusive, gobiernos europeos como el francés han manifestado que se les confiscarán algunas de las pertenencias que tienen en sus territorios.
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Ahora, Estados Unidos, Japón y la Unión Europea han anunciado que limitarán las exportaciones de ciertos bienes y tecnologías a Rusia. Las restricciones, como ha dicho Biden, se extenderán a Bielorrusia y tienen objetivos en el corto y el largo plazo. Primero recortar el suministro de materiales y ahogar la importación de tecnologías necesarias para sostener la avanzada militar sobre Ucrania. Segundo, empezar a ejercer control sobre las exportaciones de equipos de extracción de petróleo y gas y así socavar el estatus de Rusia como proveedor líder de energía.
Vale la pena recordar que Alemania también ha suspendido la certificación del polémico gasoducto Nord Stream 2 del Mar Báltico. A lo anterior cabe agregar la prohibición impuesta por el presidente americano a las importaciones de petróleo, gas natural y carbón de origen ruso.
Dicha sanción no solo limita de forma importante la oferta de hidrocarburos del país, sino que abre las puertas a otro tipo de medidas geopolíticas, como el levantamiento de ciertas sanciones a Venezuela, con el fin de amortiguar el choque en la oferta de combustibles. Finalmente, se han tomado ciertas decisiones en relación el espacio aéreo internacional. Estados Unidos anunció, después que Canadá y la UE ya lo hicieran, que los aviones rusos no pueden sobrevolar, despegar o finalmente aterrizar en su territorio.
A las sanciones gubernamentales hay que agregar que varias multinacionales a nivel global, por iniciativa propia, han manifestado la intención de suspender sus operaciones en territorio ruso. Todas las medidas, sumado a la condena social de Occidente, ya ha generado una fuerte devaluación del rublo, ha disparado la inflación en el país ruso y ha traído importantes consecuencias en la economía mundial.
Por: Ing. Michael Dueñas
Instagram: @michaelenginner888
Imagen: Tec