En centros para refugiados en Leipzig viven cientos de migrantes venezolanos en edificios con aspecto de cárceles en la ciudad del este de Alemania.
La historia de Luisa Granados es solo una de las más de 4 millones de personas que han salido de Venezuela desde el comienzo de la crisis económica y constitucional más grave de la historia del país suramericano. Granados salió de su país en 2018 con ayuda de conocidos hacia Estados Unidos, luego de allí fue a Monterrey pero la compleja situación de seguridad que atraviesa México hizo que la mujer de 64 años decidiera solicitar asilo en Alemania, donde llegó inicialmente a Berlín para tiempo después ser trasladada al Max-Lieberman, Leipzig, donde residen otros cientos de refugiados venezolanos, y son junto a Dolzig los centros de acogida mas grandes de esta zona de Alemania.
A pesar del apoyo brindado por las autoridades germanas algunos de los habitantes del centro Max-Lieberman han hablado acerca de algunas de las condiciones bajo las que se encuentran viviendo allí, tal como la lejanía de supermercados o tiendas de víveres o la falta de privacidad ya que algunos llegan a compartir su habitación con más de 6 personas. Pese a las solicitudes de la prensa internacional para documentar en video las actuales condiciones de vida de los migrantes en este lugar el gobierno ha negado la solicitud por motivos de seguridad.
La autoridad encargada de la atención de los ciudadanos extranjeros solicitantes de BAMF (Oficina Federal de Migración y Refugiados por sus siglas en alemán) y son quienes se encargan de la asignación de los cupos de los migrantes a diferentes áreas del país según su nacionalidad.
Debido a que la mayoría de los habitantes de estos centros no hablan inglés ni alemán, la integración en la cultura bávara ha sido mas difícil de lo común, como lo explica Desirée Briceño, proveniente del estado de Zulia y quien busca ver el lado positivo de su situación en el país europeo a pesar de la falta de calidez tan normal en ese país pero tan característica de laa sociedades latinas: «Es como un pueblo grande. La sociedad es un poco conservadora, pero hay muchas actividades culturales y cosas qué hacer».
Pero de otro lado, específicamente en el centro para refugiados Dozig la cotidianidad es diferente. En este lugar no hay actividades para realizar, hay horarios para ducharse y comer, lo que, según algunos, simula una cárcel. Los migrantes que habitan en estos lugares se les garantiza un presupuesto semanal de 35 euros, luego de que solicitud de asilo es aceptada por las autoridades migratorias alemanas, proceso que puede tardar varios meses, periodo en el que los solicitantes no tienen permitido trabajar.
Según datos de ACNUR, aproximadamente 4 millones ochocientos mil venezolanos han salido exiliados de su país, y de ellos 768 mil han solicitado asilo en diferentes lugares del mundo.
Con información de: BBC Mundo
Por: Juan Ramírez
Instagram: @sebasragut
Imagen: DW