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Serán los vehículos eléctricos son tan amigables con el ambiente como se cree

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vehículos eléctricos
Imagen de: Revista Motor

Pesquisa Javeriana conversó con el profesor javeriano José Reinaldo Vuelvas sobre el impacto ambiental de la producción de vehículos eléctricos y alternativas para proteger los ecosistemas.

Cada vez son más las personas que buscan opciones de movilidad sostenibles con el ambiente. Algunas optan por caminar o pedalear al trabajo, pero para quienes viven lejos las alternativas se reducen al transporte público o movilizarse en vehículos eléctricos particulares. Sin embargo, ¿estos últimos son realmente amigables con los ecosistemas?

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José Reinaldo Vuelvas, director de la Maestría en Energía y Sostenibilidad de la Pontificia Universidad Javeriana, no está completamente de acuerdo con la afirmación. Aunque dice que son una mejor alternativa al uso de combustibles fósiles, el impacto ambiental de los vehículos de energías ‘limpias’ no es cero.

La razón principal, dice Vuelvas, es que la producción de las baterías que estos usan requiere de grandes cantidades de energía y materiales que puedan ser altamente contaminantes, como cobalto, níquel, aluminio, cobre, silicio y germanio.

“Pasarnos a flotas de vehículos eléctricos implica un aumento intensivo de la extracción de minerales para su construcción”, indica. Esto significa que los suelos se acidifican, lo que afecta negativamente a los cultivos y la vida silvestre, al tiempo que generan gran cantidad de desechos tóxicos y como resultado contaminan las aguas.

Entonces, a pesar de que estos automóviles no generan emisiones de gases de efecto invernadero, como sí lo hacen los que se impulsan con combustibles fósiles, el proceso para conseguir los metales necesarios para su funcionamiento sí representa un impacto ambiental importante. En pocas palabras: contaminan desde antes de empezar a rodar.

“Uno lo piensa como tecnologías limpias, pero realmente, si se mira con mucho detalle, son tecnologías menos sucias. Modifican el paisaje y la naturaleza, afectando todo el ecosistema”, agrega el docente.

Tres miradas

Otro tema importante para tener en cuenta es el costo. Vuelvas explica que la extracción de minerales hace mucho más costosa la construcción de vehículos eléctricos en comparación con los que funcionan con combustibles fósiles.

En este sentido menciona el caso de Toyota, que ha adoptado una estrategia enfocada en la tecnología híbrida (combinar un motor eléctrico con uno de combustión interna). Según la empresa japonesa, esta es una solución más eficiente y práctica para reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y cumplir con los estándares de emisiones más estrictos, en lugar de depender exclusivamente de lo eléctrico.

“La principal razón está en que los costos son muy altos debido a las baterías y necesitan una gran reserva para soportar la producción de vehículos a nivel mundial”, agrega el docente y menciona otro problema que tienen las baterías: su ciclo de vida.

Por ejemplo, dice que las de plomo ácido, utilizadas en soluciones solares fotovoltaicas, pueden durar entre dos a tres años dependiendo de su uso, por lo que es necesario cambiarlas al cabo de unos años. Aunque aclara que también hay baterías de mejor rendimiento que pueden durar entre cinco y siete años. “El ciclo útil de una batería depende de la carga y descarga. Si yo cargo y descargo mucho más rápido, reduzco su vida útil”, puntualiza.

A estos dos factores se suma uno más: la manutención de los vehículos eléctricos. Vuelvas indica que el sistema eléctrico debe estar preparado para recibir todos los vehículos; desde la infraestructura hasta la disponibilidad de cargadores eléctricos en diferentes puntos de la ciudad. “El sistema eléctrico es una cadena que funciona desde la generación y transmisión hasta la distribución a los consumidores finales. ¿Cómo funciona hoy? Grandes generadoras llevan la energía hasta los clientes de manera unidireccional”, dice.

¿Qué alternativas hay?

Para procurar impactar en menor medida el medio ambiente, Vuelvas propone “desplegar un conjunto de tecnologías. No se trata solo de los vehículos eléctricos, sino de que entren otras opciones complementarias, como el auto de hidrógeno. Así se puede ir balanceando mejor el tema del despliegue de estos”.

Los vehículos de hidrógeno emiten vapor de agua, por lo que, según el docente, no alteran el medio ambiente. Claro está que para generar hidrógeno se necesita energía, lo que califica como “contradictorio” y constituye un problema.

“Ahí viene la propuesta de producir hidrógeno verde, que es lo más limpio. Es un proceso de electrólisis (separar elementos por medio de la electricidad) para producir hidrógeno a partir del agua. Se puede alimentar con paneles solares o con energía eólica y, por ejemplo, aprovechar las tuberías de gases para también transportar hidrógeno”, menciona como una posible solución.

El docente cree que no deberíamos pasarnos totalmente a los vehículos eléctricos, sino utilizar los de combustibles fósiles mientras se exploran tecnologías más amigables con el ambiente. El Departamento de Electrónica de la Universidad Javeriana explora una de estas opciones. Se trata de una investigación, liderada por el docente Rafael Díaz, que busca desintegrar las partículas de CO2 a través de descargas eléctricas para que sean menos dañinas.

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“El gran problema es la emisión de gases de efecto invernadero. En pocas palabras: no queremos que la temperatura del planeta aumente”, indica Vuelvas. Gracias a la tecnología actual contamos con diferentes estrategias para combatir los efectos adversos que generan las necesidades humanas, como lo es la movilidad. Aunque falta más investigación, para el docente la respuesta está en ver el problema desde diferentes ángulos que permitan entender que hay múltiples soluciones que ayudarían a reducir el impacto ambiental.

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