En estos tiempos post pandémicos y de recesión, el factor socioeconómico y emocional está indefectiblemente ligado al ejercicio de la autoestima.
Si entendemos que amarse a sí mismo, significa aceptarse desde el respeto y el ejercicio de nuestros principales valores, aún si esto compromete nuestros deseos y metas, podremos dar grandes pasos que de seguro nos llevarán más temprano que tarde a experimentar esa maravillosa sensación de bienestar emocional, que posteriormente se verá reflejada en el éxito de nuestros propósitos tanto personales como profesionales.
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Imagínate que practicar el amor propio es tan importante, en todos los aspectos de nuestra vida, que hoy en día, infinidad de expertos lo colocan como factor fundamental para el ejercicio de una carrera profesional, un rol social, o familiar y principalmente sentimental. Dejando a un lado el feminismo y todo lo que esto conlleva, analicemos, que tan carente está de amor propio, quien por largos períodos mantiene una relación que no le genera paz ni felicidad y que incluso le hace blanco de violencia tanto física como psicológica, como quien no es capaz de entender y aceptar cuando le piden libertad, pues eso implica que esta mujer u hombre no puede visualizar una vida posterior a una determinada relación (aplica también para el empleo).
Día tras día, miramos con estupor como terminan en desgracia, episodios que por la naturaleza humana debieran ser puntos de replanteamiento vivencial, como lo son las rupturas de relaciones, se llega a la violencia por no ‘poder’ o querer entender, que desde que nacemos somos libres y que las ataduras las hacemos nosotros mismos.
En mi experiencia personal, no importa cuánto te tardes (cada quien tiene procesos diferentes), es importante que al día generes una acción que implique un cambio en tu estilo de vida, y que te signifique un paso al frente para emprender el difícil, pero enriquecedor camino a la libertad emocional, financiera e incluso laboral. Vive un día a la vez y de las 24 horas del día, dedícate al menos 2 ó 3 a ti mismo, leer, bailar, cantar, hacer ejercicios, escuchar audiolibros o salir con amigos, en fin, cultivar la memoria del corazón, esa que sana tu alma y protege tu mente del colapso al que nos exponemos con los inconvenientes de la vida. Dios bendiga nuestro tránsito por esta autopista llamada destino.
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Por: Erika Baute
Instagram: @erikabauteak
Imagen: Univisión
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