No hace falta explicar mucho, el título de esta columna encierra toda la complejidad que se vive en la actualidad y que las víctimas más vulnerables son nuestros niños; esta semana el mundo fue conmovido por una noticia lamentable, el suicidio de un niño de 12 años en Estados Unidos por las burlas y los abusos de uno de sus compañeros de clase, el cual lo llevaba acosando desde meses atrás.
Si bien entendemos que los niños dentro de la inocencia que los caracteriza son capaces de decir y hacer cosas extrañas o incomodas, no podemos aceptar que de ninguna manera intenten hacer sentir mal a otro infante con un comentario, eso viene desde casa, somos responsables como padres, de que nuestros hijos sean ciudadanos, pero especialmente que sean humanos, que procesen y ejerzan valores, para que así podamos junto a ellos construir un mejor futuro.
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Entender que un niño que se supone que a esas edades lo más importante sea jugar con amigos y descubrir aventuras tenga una lucha interna tan grande que lo lleve a tomar la decisión de arrebatarse la vida porque no ve ninguna solución a su alrededor es posiblemente una de las cosas más desconcertantes de este caso y la gran cantidad de suicidios de niños en el mundo. Si como padres les damos nuestro apoyo en el hogar, pero en las instituciones se sienten tan arrinconados que terminamos perdiéndolos antes de tiempo; si enseñamos a nuestro hijo a respetar, pero el padre de otro no lo hace, nos damos cuenta de que esa irresponsabilidad ajena está dañando también a los nuestros.
No hay seguridad, no hay atención, la salud emocional ha sido pasada por alto en muchos lugares que se supone que entienden la importancia y deben velar por la integridad de las personas vulneradas; el bullying se concibe como un “chiste” en el cual no interesa si un ser humano humilla al otro con tal de ganar un poco de reconocimiento o respeto, le damos tan poca importancia a esta situación, pensamos que decir “gordo” “enano” “nerd” “ gafufo” y mil adjetivos peyorativos más no afectan al receptor de los mismos, y que simplemente “es cosa de niños”.
Esta “cosa de niños” no solo ha cobrado vidas, también a dejado marcas permanentes en personas que crecen con inseguridades, con falta de confianza y con odios a sí mismo que más adelante también terminará siendo fatal para dichas personas y quienes se encuentran a su alrededor. Ahora, en temas como el vivido esta semana con el infante de 12 años el cual sus padres compartieron en redes sociales se puede ver el señalamiento a la institución y a los docentes dentro de ella, pero muy poco se ha hablado de la responsabilidad de los padres en el proceso de crianza del compañero abusador.
La educación empieza en casa, el respeto, la empatía, la comprensión y los demás valores se enseñan en casa, y junto con estas entidades educativas se moldea el proceso de un niño que se convierta no solo en una persona académicamente responsable y exitosa, sino también humana, que no deba pasar por encima de nadie para lograr sus objetivos y que no crea que burlarse de otro es simplemente un hecho de diversión.
Por: Laura Riatiga
Instagram: @camilariatiga
Imagen: Protección Online
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