Hay un momento en la vida, en la que las acciones, más que las inacciones, comienzan a significar lo mucho o lo poco que has avanzado últimamente y, que en cierto punto te equivocaste tomando una decisión, y las consecuencias a largo plazo están comenzando a pasar factura.
Es en ese momento, cuando no te puedes mover, cuando al observar alrededor no ves una salida fácil, cuando te das cuenta que no hacer nada sólo te acorrala más: estás contra la pared.
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Es un punto crítico, no siempre sabes si lo que crees que te puede sacar de ahí es la solución, o el último paso antes de un jaque mate; pues estás en medio de tu propia mente analizando cómo sale de ese embrollo y cada minuto que pasa sólo te acerca la espada al cuello un poco cada vez más.
Podrías pedir auxilio, pero no sabes quién puede avisar de tu situación sin aprovecharse, o sin que quiera traicionarte… Es posible que tu mejor opción no sea capaz actualmente de echarte una mano, pero podría quizá darte algún consejo para que puedas mejorar tus posibilidades.
Es una situación complicada, en la que muy pocas veces uno que otro contrincante podría acercarse y decirte: «Hey, por aquí…», pero como todo, hay un precio de por medio…
Si estás en una situación difícil, lo mejor es pedir apoyo, un refuerzo nunca viene mal, y siempre puede traer una enseñanza útil.
Y no hablo solamente del entorno económico, puede ser el plano familiar, puede ser el entorno de las amistades, el trabajo… Es tan útil…
La vida no está exenta de dificultades, pero cuando nos arropa, hay que librarse y rápido de ellas, porque nuestra fuerza tiene un límite, y nuestra resistencia puede ceder, pues hasta el acero más fuerte con el tiempo se degrada, y es una realidad de la que no estamos exentos.
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Por: Jean Carlos Guerra
Instagram: @jeanguerra.95
Imagen: Efrovida
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