Es curioso cómo en una región tan cercana como Venezuela y Colombia pueden ocurrir cosas tan opuestas al mismo tiempo. Por un lado, en Venezuela están lidiando con incendios forestales; por el otro, en Colombia no dejan de caer lluvias que provocan inundaciones. Esto nos muestra lo impredecible y extremo que puede ser el clima.
En Venezuela, los incendios forestales son cosa de cada temporada seca. Las altas temperaturas, la falta de lluvia y la vegetación súper seca hacen que todo esté listo para que cualquier chispa se convierta en un gran incendio. Encima de eso, algunas prácticas humanas, como quemar terrenos para la agricultura, empeoran el panorama. Zonas como los parques nacionales, que deberían ser santuarios de biodiversidad, terminan siendo las más afectadas.
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Estos incendios no solo acaban con la flora y fauna, sino que liberan un montón de dióxido de carbono, lo que no ayuda nada al cambio climático. Y ni hablemos del humo, que afecta la salud de las personas cerca del lugar. Lo complicado es que, en muchos casos, no hay suficientes recursos para combatirlos, lo que hace todo aún más difícil.
Ahora, cruzando la frontera, en Colombia la situación es completamente diferente. Allí, las lluvias intensas no paran y han causado inundaciones y deslizamientos de tierra que afectan a miles de personas. Fenómenos como La Niña están detrás de esto, además de problemas como la deforestación, que impide que los suelos absorban toda esa agua. Ciudades como Bogotá y Cali han sido duramente golpeadas, con familias perdiendo sus hogares y grandes daños en cultivos.
El tema de las inundaciones también tiene que ver con la falta de planificación urbana. Muchas comunidades viven cerca de ríos o quebradas sin infraestructura adecuada, lo que las hace muy vulnerables. A la larga, el costo humano y económico de estas lluvias es altísimo.
Aunque estos fenómenos son opuestos, tienen algo en común: ambos reflejan cómo el cambio climático y la actividad humana están afectando cada vez más nuestras vidas. Tanto Venezuela como Colombia tienen el reto de adaptarse a estas realidades. En Venezuela, hace falta más conciencia sobre las quemas agrícolas y mejores recursos para prevenir y combatir los incendios. En Colombia, por otro lado, se necesitan sistemas de drenaje más eficientes, reforestación y una mejor gestión del riesgo en zonas vulnerables.
Al final, estos contrastes entre llamas e inundaciones son un recordatorio de lo importante que es cuidar nuestro medio ambiente. Aunque los problemas son distintos, ambos países tienen la misma responsabilidad de buscar soluciones sostenibles y proteger a sus comunidades.
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Por: Jean Carlos Guerra
Instagram: @jeanguerra.95
Imagen: Freepik
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