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«Deudas…»

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deudas
Imagen de: IONOS

Toda la vida nos pasamos pagando deudas si saber si algún día se acabarán…

Desde que nacemos, nos encerramos en un mundo en el que cobrar y pagar deudas está insertado en el mecanismo de supervivencia de nuestra existencia, de una u otra manera tenemos la palabra deuda reservada para asuntos serios pero que si nos ponemos a reflexionar, diariamente las deudas son el día a día de nuestra cotidianidad.

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¿Qué es la deuda? El compromiso de algo, o mejor definido: «Obligación moral que tiene una persona de dar una cosa o corresponder a algo», aunque también más usualmente se define como: «Obligación que tiene una persona de pagar o devolver una cosa, generalmente dinero»; lo veas como lo veas, las deudas hablan y hablarán siempre de un compromiso, y los compromisos hay que honrarlos.

Pueden ser compromisos financieros, pueden ser compromisos morales, pueden ser también incluso, y sería incorrecto pasarlo por alto, pueden ser heredados, como son muchas veces los compromisos que una persona no puede honrar porque la vida no le da el tiempo suficiente para pagarlos.

Cuando le debes favores a tus amigos, no te duele la cabeza pensando cómo se lo podrás pagar, cómo podrás corresponder eso que han hecho por ti, pero cuando la cuestión es monetaria, el banco termina siendo el que mejor conoce de tu vida, y el que mejor secretos sabe de ti, y pudiera ser una herramienta muy interesante, el crédito bancario, pero cuando las deudas se vuelven una carga pesada, te pones reflexivo si de verdad quieres adquirir más deuda para empezar a solventar las que ya tienes…

No podemos hablar de deudas sin hablar de solvencia, solvencia es cuando a pesar de tener deudas, es tener cómo pagarlas, cómo garantizar que puedes cubrir esos compromisos que has adquiridos, y aunque puede sonar muy didáctico, no sólo existen deudas en contra, también existen, y los comerciantes lo conocen mucho: las deudas a favor.

Son esas deudas que no tienes que pagar, están a tu favor, por consiguiente, hay que cobrar esas deudas porque quizás sea con ese cobro, que puedes honrar los compromisos que tienes que honrar, y cuando pones unas contra las otras, puedes evaluar si tus cuentas están en verde, o en rojo.

Qué bueno es cuando puedes transar fácilmente un refresco, vas a la tienda, solicitas el producto (lo cual implica un compromiso de ambas partes), pagas, te entregan el producto (en este caso el refresco) y listo, ¡ya está!, un intercambio comercial sencillo…

Estás en la escuela, se te quedó el lápiz (el horror de muchos cuando éramos pequeños), pides un lápiz prestado para devolverlo al final del día, pero al final de la jornada tu compañero se va temprano y se le olvida completamente el lápiz; sencillo, tu compromiso de devolver el lápiz se ha extendido, y al día siguiente se lo devuelves, la deuda que adquiriste con el compañero ha sido saldado.

Pero la vida es así, adquirir y saldar deudas, a favor, en contra, para asistir a alguien, para completar un objetivo, para seguir adelante en todos los aspectos de la vida. Pero ojo, cuando eres incapaz de solventar siquiera 1 compromiso, ¡cuidado!, porque se pueden acumular como estela de un cometa y arrastrarte lentamente a la oscuridad, bien sea moral, financiera o personal.

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Por: Jean Carlos Guerra
Instagram: @jeanguerra.95
Imagen: IONOS}

*Las opiniones expresadas no representan la posición editorial de Zona Captiva. Es responsabilidad exclusivamente del autor.

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