Entre los muchos libros que la historia ha escrito, no pocos suelen registrar la constante de los dogmas que suelen regir las ideas dentro de la sociedad… Y como en toda sociedad, hay cambios, evolución de estructuras, de ideas, de formas en las que se desarrollan los sucesos, dando pie a una separación entre lo que está bien, lo que es aceptable, y lo que no entra de ninguna manera dentro de los deseos de la gente.
De más está decir que no todas las ideologías están basadas en los deseos puntuales de la gente, sino que en ocasiones, suele ser un factor de poder mayor el que suele practicar dichas ideologías, dando pie o al bienestar, o al malestar de la población. Y esto es pie a una verdad incuestionable: Las ideas de unos, pueden ser la perdición de otros.
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Prueba de ello radicaría en un ejemplo que muchos conocemos: La insaciable guerra entre los liberales y conservadores en el espectro político moderno. Liberalismo y conservadurismo que han perdido la esencia de sus definiciones con el pasar de los tiempos…
El liberalismo moderno, hoy en día representado por los líderes mundiales por el socialismo, han conformado líneas de gobierno sumamente controladoras, restrictivas en términos de libertad de expresión y pensamiento, en capacidad de comercio y, además, restringe las capacidades de los privados para hacer frente a los diarios desafíos que lo cotidiano implica a través de la coerción fiscal mediante impuestos «para beneficio del pueblo.
Por otra parte, en el conservadurismo, se observa de manera cautelosa pero bien marcada, la insistencia de anular el Estado como ente rector de la vida de la población, queriendo relegar todas sus funciones al sector privado, para así disminuir al máximo los impuestos y la intromisión fiscal de los impuestos, refundando en una población más abierta al comercio, pero más dependiente del mismo para subsistir.
Ahora, el esclavo de hace milenios, estaría con la idea convincente de que la mejor manera de que todos seamos iguales, es que el Estado sea quién posea todos los bienes, y tratase a todos por igual, eliminando las barreras sociales de las «castas», «clases «, o como se llamen según la época en la que analice este punto…
Porque piensa que Mientras él trabaja, el amo disfruta sin más los frutos de su trabajo, y cree, por resentimiento o envidia, que habría que deshacerse de ese amo para poder todos ser más felices.
Mientras tanto, el amo o señor, pensaría que entre menos se entrometa el Estado en sus asuntos, sería más sencillo poder negociar con los demás comerciantes y/o clientes, y así podría maximizar los beneficios del trabajo que sus esclavos, a quienes debe alimentar, vestir, y cuidar día sí y día también porque su inversión no es comprar mano esclava, sino que esa mano que ahora trabaja para él, pueda dar el mayor beneficio posible…
Hoy en día no hay esclavos, hay obreros, trabajadores, técnicos, secretarias, operarios, supervisores, ingenieros, capitanes, caporales, artesanos, químicos, transportistas, ganaderos, agricultores, genetistas, doctores, médicos, enfermeros… Un abanico enorme de profesionales y oficiantes, todos especialistas en hacer un trabajo en específico, con el único propósito de sentirse útiles y productivos, y con esa utilidad poder servir a sus propósitos personales como comer, vestir, soportar a su familia mientras ésta crece, y darse en un futuro, el descanso jubilatorio de la tercera edad, con un retiro digno…
Pero el que trabaja con la mente de esclavo, no ve eso, sólo ve que no tiene lo que su patrón ha conseguido con paciencia y esfuerzo, día tras día sin descanso pensando e ideando cómo mejorar su empresa, cómo mejorar la rentabilidad… Porque cuando los trabajadores duermen, los jefes piensan en nuevas formas de hacer negocios. Mientras los obreros se festejan un puente, el patrón piensa en el trabajo mientras su familia disfruta de un paseo con el miembro de la familia que siempre está ocupado…
Qué interesante…¿No?
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Por: Jean Carlos Guerra
Instagram: @jeanguerra.95
Imagen:Quizizz
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