Nuevamente Colombia amanece consternada con un hecho vil y por demás deleznable, ocurrido al interior de una institución educativa en la localidad de Engativá, donde según reseñan medios locales, una madre denunció que su pequeño hijo de tan solo 11 años fue víctima de abuso sexual por parte de estudiantes del último grado, quienes al parecer bajo amenazas con armas blancas sometieron al pequeño en el baño del colegio.
Ante semejante atrocidad como ciudadanos, padres o seres humanos, son miles las interrogantes que podríamos hacernos, entre ellas el hecho de que tras las reiteradas informaciones que dejan al descubierto estas prácticas al interior de los baños de las instituciones escolares ¿cómo es que hasta ahora las autoridades que llevan adelante estas iniciativas de convertir a los colegios en ‘entornos educativos protectores’ no se hayan abocado a garantizar la integridad de nuestros estudiantes? ¿Por qué no se prioriza la salud, física, moral y emocional de nuestros chicos, por sobre cualquier cosa?.
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Señores no podemos devolverle al niño su inocencia, pero creo que ya es hora de que basados en su historia y en la de cientos de pequeños que han sido víctimas de brutales golpizas y hasta enfrentados al consumo obligado de sustancias ilegales, al interior de lo que debería ser un ‘espacio seguro’ garantizado por la comunidad escolar y el Estado, trabajemos en establecer contraloría efectiva al estudiantado en los momentos en que tengan que entrar a los sanitarios, porque no es una solución prevenirlos diciendo que eviten ir al baño ya que han ocurrido cosas como estas, eso desde el punto de vista de salud no es una opción.
La sociedad exige que se provea a los colegios del personal necesario para monitorear estos espacios que de un tiempo a esta parte, se han convertido en ‘caldo de cultivo’ de violaciones, golpizas, embarazos precoces, consumo de drogas entre otras calamidades, que no decimos que ocurren solo en el colegio involucrado, no, lo que decimos es que este es un secreto a voces en el país, ¿qué esperamos para arrancar de raíz estos hechos desde todo punto de vista condenables?
Lo anterior no hace más que poner en evidencia un quiebre en la educación emocional y de valores que estamos entregando a los jóvenes y ahí también entran los padres en juego, porque esta labor es de todos no solo del Estado y de los colegios. Enseñemos a nuestros hijos el respeto por sus semejantes, inculquémosle el valor de la dignidad y el amor al prójimo por sobre cualquier diferencia.
No es justo lo que tuvo que vivir este adolescente, ni el mal momento que ahora enfrenta su familia y la propia institución. El Gobierno Nacional, debe brindar garantías a los alumnos y a los padres para que el acto cívico y moral que a la postre edifica a cualquier Estado democrático, que no es otro que la Educación se de en armonía, seguridad y protección. Dios guarde a Colombia.
Por: Erika Baute
Instagram: @erikabauteak
Imagen: Caracol Radio
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