Otro 8M llega y nuevamente salen a las calles cientos de miles de manifestaciones a favor de los derechos de las mujeres, una mayor igualdad de género, y todo lo relacionado con el fin de la opresión «machista».
Si bien es un activismo en el que en su forma más simple pareciera buscar cumplir sus objetivos más básicos antes mencionados, hay muchas aristas que hay que comentar y analizar de manera objetiva…
Le puede interesar: ¡Qué inseguridad la de Bogotá!
En primer lugar, y para eliminar los malos entendidos, hay que apartar el proselitismo activista político, del verdadero movimiento empoderador original.
Actualmente se conoce una red extensa de grupos activistas por los derechos de las mujeres que han estado bajo la tutela de partidos políticos que buscan un beneficio electoral a cambio del financiamiento económico que éstos movimientos requieren para funcionar, mermando su independencia y con ello su razón de existir.
Un verdadero grupo activista por los derechos femeninos no se planta en las calles con banderas, bailes vergonzosos, no consignas de odio; sino que recorre los barrios, documentando y ofreciendo asistencia a quienes realmente lo necesitan, tanto en salud, en recursos legales, defensa personal, y educación general y especializada.
Cuando haces las cosas que hay que hacer, el activismo se vuelve real.
En el último siglo las mujeres han demostrado una gran capacidad de adiestramiento para escalar lenta pero de manera segura, posiciones dentro de entornos laborales que antes solían ser dominados por hombres.
Mucho se comenta que las mujeres tienen una carrera profesional con más obstáculos que sus pares masculinos, no es menos cierto que el mundo laboral actualmente es muy desafiante.
Los avances en la tecnología y los cambios socioeconómicos han planteado un desafío general: Cada vez se requieren más puestos de trabajo para poder cubrir una demanda cada vez más especializada, dejando poco margen de maniobra a quienes se gradúan de carreras universitarias cada vez más comunes, obligándose a postularse para cargos más generales a la espera de un ascenso en un futuro no muy lejano.
Pero, ¿Y en los países más pobres?
La cosa se invierte, la poca capacidad productiva de algunas regiones del mundo impide que la sociedad pueda adaptarse a un movimiento modernizador de manera pacífica, el costo social de supervivencia lo hace realmente difícil, entre otras variables esclavizadoras como lo son la codicia por la desigualdad general de ingresos.
En los países que registran violencia generalizada (guerras civiles, guerras religiosas, Estados fallidos), es imposible siquiera pensar en estas ideas, las naciones están más enfocadas en sobrellevar sus crisis políticas antes que dar el paso modernizador; es en estos casos donde nacer mujer es realmente una crisis existencial, ser mujer se vuelve prácticamente un «crimen», pues es el grupo femenino el que vive bajo la más cruel de las persecuciones.
Cambiar éstos eventos es posible sólo en contextos dónde el bienestar de la población fuese el objetivo de las Naciones Unidas, más que el favor político que los países recibirían a cambio, pues esto exigiría una intervención internacional que intente catalizar estos cambios, con todo lo que conlleva de manera secundaria (crecimiento económico, lucha contra la corrupción, mejora de infraestructuras…).
Poder «empoderar» los círculos poblacionales requiere actualmente una asistencia cívica general, y más adelante, la implementación de una conciencia general sobre los derechos de las mujeres de manera activa y bien aplicada, pues una política sociocultural efectiva en un país difícilmente puedan aplicarse en otro, la batalla cultural es un mundo muy complejo, en la cual sólo las verdades pueden surtir efecto real en la población.
Los derechos de las mujeres actualmente son menos que las vociferadas, pues se definen en el siguiente orden de ideas:
- Igualdad ante la Ley: no serán menospreciadas en la aplicación de la Ley por razones biológicas.
- Igualdad ante la sociedad: No serán segregadas ante terceros por razones biológicas.
- Libertad de pensamiento: No serán sometidas a una ideología específica que pueda coartar sus conocimientos, y por ende, sus libertades.
Cuando una mujer da a luz, la vida consigue un camino a la perpetuidad en la forma de un nuevo ser. Un ser débil, pequeño, pero con un potencial de crecimiento enorme.
Una mujer, es un ser complicado, entenderlas es un desafío, pero todos entendemos que sin ellas, aquí no estaríamos en este momento… Quizás, solo seríamos polvo estelar.
Feliz día a las mujeres…
Lee también: La ignorancia del mal obrero
Por: Jean Carlos Guerra
Instagram: @jeanguerra.95
Imagen: We Effect America
*Las opiniones expresadas no representan la posición editorial de Zona Captiva. Es responsabilidad exclusivamente del autor.