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El legado que nos deja Donald Trump

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Donald Trump

Tras las victorias proyectadas en Arizona y Georgia, Joe Biden se consolidó como el próximo presidente de los Estados Unidos, en lo que fueron unas votaciones históricas para el país norteamericano. Así, el candidato demócrata y presidente electo alcanzó los 306 votos electorales, cuando solo requería 270. Su rival solo llegó a los 232.

Esta fue la elección en la que más personas han participado desde que hay un sistema democrático en ese país. Cerca de 143 millones de personas votaron ya sea presencialmente, de forma anticipada e incluso por correo, lo que propició grandes disputas por parte de Donald Trump, el candidato republicano y presidente en funciones.

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Aunque Biden venció en el voto popular y el electoral, poniendo fin a una destructiva presidencia en términos de política social progresista, tendremos que vivir con las secuelas de la administración Trump durante décadas.

No hay que ignorar que del total de votos contados al momento, Biden logró 73 millones de ellos, la cifra más alta para cualquier candidato a la presidencia en la historia electoral estadounidense. Trump alcanzó los 70 millones, la segunda marca más alta en voto popular. Ahí está la clave de lo preocupante.

Estados Unidos se ha fragmentado como sociedad a maneras similares como durante el contexto de la Guerra de Vietnam. El tema racial ha exacerbado la división entre los estadounidenses y mostrado la estructura del racismo sistemático sobre el que está construido el país. Claro que el racismo no es culpa de Trump, él es solo un síntoma.

El equiparar a los activistas y manifestantes del movimiento Black Lives Matter con los protestantes neonazis que se presentaron en Charlottesville en el 2017 es parte de ese legado trumpista. Él dio el ejemplo a millones de norteamericanos que aceptar el reclamo supremacista blanco como parte de la sociedad democrática en vez de suprimir una ideología que ha causado mucho daño a otros grupos sociales en el país.

En otras palabras, el no condenar el racismo y el supremacismo blanco fue una actitud expresa del presidente de Estados Unidos y 70 millones de personas votaron por él ya sea porque creen fervientemente en sus posiciones políticas y porque no les molesta en lo más mínimo estas expresiones.

Pasa similar con los migrantes. Los Estados Unidos se han nutrido a partir de olas de constante migración. Esto les ha ayudado a construir su economía y a engrandecer su país. No obstante, las extremas medidas antimigratorias de Trump han atacado uno de los pilares clave de lo que hizo durante el siglo XX a Estados Unidos una potencia mundial. Casi destruye el programa DACA para jóvene migrantes que sueñan con convertirse en norteamericanos, separó familias inmigrantes que huían de la desigualdad y la violencia de América Latina y el Caribe y se empecinó en construir un muro sin miramientos de cómo afectaba dicha estructura a los ecosistemas y territorios indígenas que atraviesa.

Trump no cree en el enriquecimiento de la economía y sociedad estadounidense a través de la migración porque no lo entiende. Tampoco entiende el deber de los Estados de proteger a los individuos que buscan seguridad en cualquiera de sus dimensiones. Tampoco lo entienden los 70 millones de sus votantes.

Quizá uno de sus más fuertes legados sea el descrédito a las instituciones estadounidenses. Subió a un juez a la Corte Suprema de Justicia, la más alta del país, que fue cuestionado por un episodio de violación en su juventud, también subió a otra juez más, días antes de la elección, que apenas y tenía la experiencia apropiada para ejecutar un cargo semejante. Esto resultó en una corte que decidirá los casos más importantes del país durante las décadas que vengan con una fuerte convicción conservadora.

Ese es el Estados Unidos que recibe Joe Biden, quien no es la solución para los problemas sistemáticos del país. Al final, los demócratas cuidan de los mismos intereses económicos y políticos que los republicanos y quien resida en la Casa Blanca no le importará a aquellos que aún sufren el yugo del imperialismo estadounidense. Lo mínimo que se puede esperar en los cuatro años que vienen es menor separación de familias, menos violencia racial y policial y el mejoramiento del sistema de salud. Lo mínimo.

Por: Jorge Iván Parada Hernández
Instagram: @jiparadah
Imagen: RTVE.es
*Las opiniones expresadas no representan la posición editorial de Zona Captiva. Es responsabilidad exclusivamente del autor.

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