El periodismo es una profesión particular. A él le merecen toda clase de adjetivos, buenos y malos, todos con razón. El ejercicio del oficio de informar está marcado por los grandes contrastes del contexto social y político del país. En la práctica del quehacer periodístico se distingue a quienes son la cara de los medios de los reporteros comunes y corrientes.
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Este tipo de periodistas que ganan notoriedad con el paso del tiempo, siendo reconocidos por el grueso de la población que consume medios tradicionales, terminan por convertirse en lo que conocemos por líderes de opinión. Personas que representan ciertos valores, posturas o intereses desde las que hacen periodismo, un fenómeno potenciado por las redes sociales y que promueve algunas conductas peligrosas para el oficio.
Muchos de quienes estudiamos para ser periodistas lo hicimos con algunas ideas en mente. Ayudar a la comunidad, desenmascarar corruptos con nuestras investigaciones o incluso ser simplemente reconocidos por hacer parte de un gran medio de comunicación, las razones son variadas y pueden acabar mutando a lo largo de la carrera, un programa académico, que dicho sea de paso, necesita ser revisado con urgencia. Muchos de nosotros hemos crecido con algunas de estas figuras del periodismo como referencias: Juan Gossain, Darío Restrepo, Yamid Amat, Germán Castro Caycedo, Alfredo Molano, entre otros. En la mayoría de las facultades de comunicación, tanto ellos como otros profesionales reconocidos a nivel mundial, son usados como guía para ilustrar las estructuras de los géneros periodísticos. A eso se limitaba la figura del periodista dentro de los medios de comunicación, a ser un autor con un estilo particular para ejercer y representar este oficio.
Con la llegada del internet y la lucha atraer audiencias, el periodismo ha cambiado su enfoque. Hoy en día es mucho más importante la prontitud que la veracidad, y se premia la resonancia por encima de la contundencia. Con este nuevo paradigma en la manera de ver el oficio, los medios de comunicación apuestan a tener entre sus filas a periodistas insignias para liderar sus espacios informativos. El protagonismo ahora recae sobre el comunicador y su manera de analizar los hechos noticiosos, interpretación de la que se desprende la línea editorial con la que se informa en un determinado espacio. Ejemplos hay de todo tipo y género: Julio Sánchez Cristo, Vicky Dávila, Claudia Gurisatti, Luis Carlos Vélez, Javier Hernández Bonnet, Carlos Antonio Vélez, Néstor Morales, todos figuras que representan un estilo propio en el abordaje de la información, el problema con ellos es cuando aquello que representan interviene directamente en la construcción de la agenda noticiosa y en lugar de ser castigado como una falta de ética profesional, es usado como el reclamo principal para asegurar su audiencia.
Todos los medios tienen intereses. En las facultades y en la vida cotidiana se hacen constantes llamados a los medios de comunicación para que mantengan su objetividad e imparcialidad a la hora de informar, una premisa a todas luces imposible en el periodismo. Si un medio es patrocinado por una marca determinada, lo común es que dicho medio se abstenga de emitir juicios negativos sobre esa marca, es sentido común, y aunque pueda ser visto como algo moralmente incorrecto, no es una falta a la verdad.
El conflicto real es convertir un espacio informativo en una tribuna desde la que se defiendan o incluso se promuevan algunas ideas cercanas a quienes son las fuentes o los sujetos centrales de la información. Ejemplo, no es lo mismo que RCN se abstenga de hablar sobre la ley de etiquetado de alimentos por su relación con la empresa Postobón, a realizar un debate sobre la supuesta inconveniencia de esta misma ley de invitando expertos que refuerzan o defienden la posición de uno de los involucrados en un hecho concreto. Otro caso puede ser realizar una entrevista a diferentes políticos cambiando radicalmente el tono y la intensidad con que fueron tratados, como sucedió en las infames entrevistas realizadas por Néstor Morales en Blu Radio a los entonces candidatos presidenciales Gustavo Petro e Iván Duque.
Otro de los vicios comunes entre los líderes de opinión, es convertir su figura en el centro de la noticia. Una de las periodistas que más recurre a este mecanismo es Vicky Dávila. Uno de los momentos que mejor ejemplifica la carrera profesional de Dávila es la entrevista con Hassan Nassar, en la que su pelea con su contertulio y antiguo compañero de trabajo se transformó en la noticia central. Una actitud que es subvencionada por grupos económicos que ven en esta especie de periodistas la manera de atraer audiencias y subir su rating. A eso apostaba el grupo Gilinski al comprar el 50 % de la participación accionaria de Publicaciones Semana y ratificar a Vicky Dávila como el estandarte de su transición a plataformas digitales.
Hace poco Luis Carlos Vélez publicó en su cuenta de Twitter: “El periodismo es la verdad… La verdad se construye escuchando todas las partes, presentando todos los ángulos” una afirmación que no es del todo cierta. El periodismo no es “la verdad” es una herramienta para conocerla, o al menos, un medio para conocer parte de los hechos y construir una historia que logre describirlos de una forma medianamente objetiva, esto en el mejor de los casos ya que como lo dije antes, todos los medios y las personas tienen intereses y afinidades, lo que no puede garantizarnos la idoneidad completa de una noticia. La aseveración de Vélez es el ejemplo de que existe un espíritu mesiánico en los llamados líderes de opinión. Son personajes que dividen la percepción de las personas según su filiación política, lo que debería ser un ejemplo de su parcialidad, una parcialidad que venden públicamente como superioridad ética periodística.
A la larga, la continuidad de los peces gordos de la opinión en el foco de la noticia logrará terminar con la poca credibilidad que le queda a los medios tradicionales, contribuyendo a la creación de espacios de información alternativos en los que abundan la improvisación y que hacen de cámara de eco para ciertas posturas ideológicas, convirtiendo al periodismo en una herramienta del oficialismo o la oposición. Esta triste etapa de la precarización del debate solo una de las verdades del periodismo.
Por: Juan Ramírez
Instagram: @sebasragut
Imagen: Revista Axxis
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