Buró del francés bureau, que significa escritorio; y –cracia, del griego kratos, que significa poder; se puede decir que los burócratas ejercen el poder desde los escritorios, pero, ¿Cuántas molestias pueden ocasionar?.
Todos, o casi todos, hemos tenido la suerte, o la mala suerte, de tener que realizar algún trámite burocrático necesario para la obtención bien sea de una solvencia, mantenernos al día con el Estado, o simplemente por alguna acción legal que deba quedar registrada y autenticada, entre otras cosas.
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Es simpática la idea de que organismos oficiales tengan la capacidad de administrar y proceder a mantener en cierto orden los quehaceres del día a día del ciudadano, en beneficio aparente de la sociedad, pero es molesto, molestísimo, por no decir más, que sea el mismo personal que labora dentro de los mismos quienes entre varias razones que todos conocemos, sean quienes pongan trabas al debido proceso administrativo, representando para la ciudadanía y para el mismo Estado un sentimiento de ineficiencia, además del malestar que ocasiona que muchos burócratas se sirvan de esta ineficiencia para beneficio propio, mostrando fe de querer ayudar pero que en realidad sólo se ayudan ellos mismos, dado que su “beneficio” se basa en tropezar el paso de los demás haciendo que “el que me va a ayudar” pase primero, burlando el honor y la buena fe de los demás ciudadanos.
No hace mella en las autoridades este problema nefasto para nosotros y para la Nación, debido principalmente a que no son ellos quienes hacen las humillantes filas para una cédula, para una solvencia, para un registro, para notariar un poder, para litigar una bienhechuría, no, porque ellos pagan sus asistentes, sus abogados y los asistentes de os abogados, para que pasen como quien dice “el mal rato”.
Esto es un llamado a la reflexión, para clamar por una sociedad más exigente en lo honorable, en el deber ser, y en el amor por las cosas bien hechas.
Por: Jean Carlos Guerra
Instagram: @jeanguerra.95
Imagen: El Cato
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