A propósito de la brutal golpiza recibida por un funcionario de la Policía Nacional de Colombia a manos de unos protestantes, al parecer pertenecientes a la comunidad Embera Katío.
Esta lapidaria frase que con el pasar de los años, se ha hecho por cuestiones circunstanciales cada vez más célebre, le pertenece al político mexicano Benito Juárez, quien el 15 de julio de 1867, la pronunció en su discurso luego de entrar triunfante en la Ciudad de México. Hoy me parece súper ajustada a la realidad que estamos viviendo en Colombia, pues el común denominador de nuestros problemas de convivencia a mi juicio, lo representa la falta de respeto por los derechos de nuestros semejantes e instituciones.
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Esta reflexión la hago a propósito de las terribles imágenes que dieron la vuelta al mundo, en donde un efectivo de la Policía fue vilmente atacado por manifestantes que lejos de reclamar sus derechos, pareciera que salieron a violentar los derechos ajenos, pues es sabido que estos efectivos cumplen con el deber que como garantes de seguridad tienen de tratar de mantener el orden en nuestros territorios.
Probablemente saldrán algunos a decir que otras veces ha ocurrido lo contrario, y eso también es condenable, pero esto que aconteció en las inmediaciones al Parque Nacional acá en la ciudad capital, no puede ser la carta de presentación de quienes quieren ser escuchados, pues definitivamente la violencia no hace otra cosa que generar más violencia venga de donde venga.
El mismo presidente Petro, se acercó a conversar posterior a los hechos con varios de los policías heridos en medio de dichas manifestaciones y ante lo acontecido manifestó que “nunca será protesta una agresión a la Policía” y es que tenemos que dejar a un lado esa cultura ‘troglodita’ de tratar de conseguir visibilización, atropellando a los demás señores, estamos en tiempos de reflexión, empatía y conciliación, la guerra está demostrado históricamente, nunca será la solución a nuestros problemas de comunicación.
Resulta vergonzoso que unos 11 integrantes de la Policía Metropolitana de Bogotá resultaran víctimas de la intolerancia de quienes asistieron a esta manifestación que lejos de dejar algún mensaje positivo sumió a la nación en la tristeza e impotencia que suponen el vivir en un país en el que queremos normalizar el abuso e irrespeto ajeno como método de presión para obtener algún beneficio. Dios bendiga a la Policía Nacional de Colombia.
Por: Erika Baute
Instagram: @erikabauteak
Imagen: Presidencia
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