Como diría Dante Alighieri en la Divina Comedia: «en la mitad del Camino de la Vida», pues con 25 años de edad (entiéndase que antes a los 50 se creía que la vida estaba en su fin, la expectativa de vida era mas corta), parte a su aventura a través de los mundos del infierno, el purgatorio y el cielo buscando a su amada.
En tiempos modernos no salimos a aventurar los mundos, pero tenemos nuestros propios mundos que cruzar. Hoy en día podemos sentir con honestidad que los días transcurren con cada vez mayor angustia en estos tiempos de vertiginosos cambios sociales, económicos y pare de contar.
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Recientemente crucé esa «mitad del camino» pero noto con interés la variedad de patrones culturales que intentan «definir» qué es juventud, qué es madurez, y qué es ser un «viejo». Realmente siento que no se pueden concebir prejuicios, ni percibir la potestad de creer tener poder sobre una persona simplemente por el hecho de una idea o sugestión.
He visto grandes personas con visiones de una amplitud realmente asombrosa, así como grandes decepciones de personas por diferentes motivos en un rango de edades totalmente indiferentes, y es bastante lógico a la vez que es algo contradictorio, pues, la madurez «debería» ser contagiosa, el optimismo debería ser contagioso, la fuerza de voluntad, las ganas de mejorar…
Pero…
Es terrible observar ideas prácticas ser desincorporadas mientras ideas terribles se unen al día a día y para ser precisos podemos simplemente encender la radio y escuchar una nueva generación musical con vocabularios obscenos y vulgares, argumentando que son lo «nuevo», mientras las viejas canciones apasionadas, románticas, naturales y basadas en el ser son olvidadas en el tiempo…
No sé si estoy viejo, no sé si soy joven, supongo que depende de a quién le pregunte, o tal vez, de cómo prefiera sentirme…
¿Y tú…?
Por: Jean Carlos Guerra
Instagram: @jeanguerra.95
Imagen: The Times UK
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