La extrema derecha europea ganó las últimas elecciones parlamentarias sin despeinarse. Los discursos ultranacionalistas fueron la fórmula del triunfo de personajes tan oscuros como la primera ministra italiana Giorgia Meloni y la francesa Marine Le Pen. La cuestión migratoria y la guerra en Ucrania pasaron al primer plano en las preocupaciones de una Europa atemorizada por la deuda y la inseguridad en sus fronteras.
El Partido Popular Europeo de la conservadora y actual presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von Der Leyen, obtuvo 186 escaños de los 720 del Parlamento. En Francia, la lista de Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen se alzó con 30 escaños, arrasando con la coalición del presidente Macrón, que solo obtuvo 13. Mientras que el partido Hermanos de Italia, la primera coalición de gobierno de extrema derecha en este país desde la Segunda Guerra Mundial, de Giorgia Meloni, ganó 24 escaños, 14 más que en los comicios de las elecciones anteriores.
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Hay dos candidatas a ocupar la presidencia del Parlamento Europeo. Por un lado está Marine Le Pen, quien ha sido duramente cuestionada por sus propuestas anti migratorias y xenófobas, como las de prohibir el uso del velo islámico en público y la eliminación de la obtención de la nacionalidad francesa a extranjeros. En septiembre del 2023 la Fiscalía la llamó a juicio por supuestamente haber utilizado fondos del Parlamento Europeo para pagar a asistentes de su partido político. Por el otro está Meloni, que ha dejado atrás sus años en la oposición, desde donde cuestionaba la existencia de la Unión Europea, para convertirse en una de las figuras más poderosas de la extrema derecha y una de las favoritas a ocupar la presidencia del Parlamento. Meloni niega rotundamente la influencia fascista en su partido Hermanos de Italia, a pesar de que su simbología es exactamente la misma que la del antiguo Movimiento Social Italiano, fundado en 1946 en honor a Mussolini.
El triunfo de una de las dos podría traer enormes retrocesos en materia de derechos humanos en Europa. El partido de Meloni ya mostró su talante autoritario en Italia con la aprobación de un proyecto de ley que pretende vincular a organizaciones antiabortistas en centros de salud pùblicos; medidas que, según colectivos feministas, harían retroceder al país por lo menos 100 años en la lucha de las mujeres por el derecho a decidir sobre sus cuerpos. Pero es con la cuestión migratoria donde Meloni y su bancada han sido más radicales. Insisten en enviar a los migrantes ilegales a centros de detención en Albania, una iniciativa que ha sido fuertemente criticada por organizaciones de derechos humanos.
Hay que decir que Agrupación Nacional ha ido renunciando a propuestas como la eliminación del euro en Francia y la jubilación a los 60 años, en un intento de acabar con la satanización que ha sufrido el partido por sus orígenes bajo el liderazgo del padre de Le Pen, veterano de la Segunda Guerra Mundial, conocido por sus ideas negacionistas sobre el holocausto Nazi.
La crisis económica y social está llevando a Europa a recorrer nuevamente los peligrosos caminos del fascismo. Esta vez, la xenofobia y la islamofobia alimentan los discursos de gobiernos nostálgicos del viejo caudillismo.
De acuerdo con el último informe anual del Centro de Documentación sobre la Islamofobia y el Racismo Antimusulmán, los casos de odio contra musulmanes han aumentado significativamente desde el inicio de la guerra entre Israel y Hamas; el documento denuncia el incremento de comentarios y acciones deshumanizantes en las escuelas y universidades de países como Austria; también revela la proliferación de comentarios de odio en redes sociales, donde incluso los musulmanes son tratados como animales; el 66,7% de los casos documentados tuvieron lugar online y el 33,7% offline.
Por si fuera poco, Macron acaba de aprobar el envío de brigadas y aviones franceses a Ucrania, sin importar las repercusiones que esto pueda provocar en el escalamiento del conflicto de la OTAN con Rusia.
Europa vive un déjà vu del preámbulo de la Segunda Guerra Mundial. En sus sociedades se cocina un nuevo holocausto y se hacen llamados a la guerra, como en los tiempos de Franco, Pétain y Mussolini.
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Por: Mike Saportas Peláez
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