La llamada ‘Bestia’ de Colombia tras haber violado y asesinado a más de 200 niños, dejó de existir y Colombia se quedó con la libreta de cobros repleta, pues no le alcanzó vida para pagar por lo que hizo.
Murió Luis Alfredo Garavito, el grotesco personaje que ostentaba el título de mayor violador y asesino de niños de la historia de este país, a sus 66 años en una prisión de la ciudad de Valledupar.
La opinión pública celebró una partida que dejó más sin sabores que justicia dada la frialdad con la que el funesto personaje mantenía su cabeza en alto al no arrepentirse del dolor que sembró a su paso, malogrando y truncando la vida de cientos de niños que perecieron bajo sus manos.
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La información fue confirmada por el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario de Colombia y de inmediato se innundaron los noticieros y redes sociales al reseñar que con su muerte se cerraba un ciclo de dolor para los colombianos, más yo difiero, porque creo que a este hombre le faltó vida y arrepentimiento para pagar por la tristeza de las familias de sus víctimas y el luto de una nación que observó frustrada como su cuerpo se fue deteriorando pero su temperamento permanecía imponente defendiendo sus actos.
Colombia hoy con la partida de Garavito respira el sosiego que da el sueño eterno de una bestia hambrienta que robó para siempre la pureza de nuestros pequeños y a su vez clama al gobierno actual y a los gobiernos futuros que jamás vuelva a repetirse una historia de inseguridad y desgobierno como la que le permitió a este personaje ir sembrando el país de irrespeto, hacia los hijos de esta tierra que por pujante, sufrida y laboriosa no merecía haber parido semejante aberración de ser humano que destrozó el corazón de las madres colombianas a un precio tan alto que ni con su encierro ni con su muerte jamás podrá pagar. Dios bendiga a los niños colombianos y del mundo y los proteja de bestias como Garavito un error de persona que nunca debió nacer.
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Por: Erika Baute
Instagram: @erikabauteak
Imagen: Rafael Poveda
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