Eran las 8:30 del viernes 30 de abril. El cielo estaba completamente nublado y el frío era intenso. Bajo ese clima en Bogotá, cientos de adultos mayores de 70 años y sus acompañantes, hacían una fila extensa para adquirir su segunda dosis de la vacuna contra el Covid-19.
Exactamente esto ocurría en el Coliseo Tibabuyes, ubicado en la localidad de Suba, donde personas de la tercera edad vivían con la incertidumbre si recibirían el refuerzo de su dosis. Cada vez la fila se hacía más larga y cada persona que llegaba, veía con desconcierto la cantidad de personas que esperaban tras la reja que separaba a los asistentes de las anheladas vacunas.
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Es inevitable no tener impotencia e incertidumbre al ver esta situación: los adultos mayores mirando y esperando instrucciones mediante lo que dice el equipo de logística, los acompañantes intentando buscar información y los que llegaron «tarde» intentar ingresar saltándose la fila. Es doloroso ver que en los medios de comunicación, un presidente de la nación diga que el país vive un proceso de vacunación masivo, mientras que en la calle miles de personas pasan horas haciendo una fila para acceder a un elemento que les garantizará seguridad y tranquilidad frente a un enemigo que está en el aire.
Eran las 11 de la mañana, la fila completaba la cuadra del barrio y ya daba la vuelta. Sin embargo, cuando los nuevos se acercaban a consultar información, los funcionarios anunciaban que ya no habían más dosis para el día de hoy. Llegó el medio día. Un olor exquisito a comida se mezclaba en el aire mientras la lluvia y el frío azotaban con fuerza.
Que tristeza, hacer tanto para acceder a algo que se supone que es necesario, en ese momento solo se puede pensar en cuáles son los factores que hacen que falle este proceso: si es la entrega tarde de las vacunas, la mala gestión distrital y sus pocos puntos, o el pensamiento de que con vacunar el 2% de la población ya es un proceso exitoso. Quizás es todo mezclado bajo la imagen de que somos una sociedad victoriosa.
Es doloroso ver este proceso, que no es para nada ágil y seguro. A este paso surgen preguntas sobre si se logrará la inmunidad de rebaño, o si todos los colombianos podrán acceder a su vacuna. Mientras tanto solo se puede esperar bajo un montón de pensamientos que incluyen angustia, ansiedad y a veces, esperanza.
Por: Daniela Díaz Álvarez
Instagram: @danielalovecats
Imagen: Cortesía de Daniela Díaz
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