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La disonancia de las groserías

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El pasado jueves 30 de septiembre, en medio de un debate de la comisión primera del senado en la que se discutía la reducción de los gastos de representación que son pagados a los congresistas, Angélica Lozano, en un acto de descuido, pronunció algunos improperios en contra de los miembros de la comisión, lo que derivó en el típico debate en redes sociales que se pierde en la forma de los actos y no en las implicaciones de su contexto.

La discusión trascendió en los medios gracias a las groserías pronunciadas por Lozano y las reacciones que estas ocasionaron en los demás participantes de la sesión. El debate que se llevó a cabo tenía que ver con una proposición realizada por el senador Gustavo Bolívar, quien planteó que los congresistas debían de abstenerse de recibir los 14 millones de pesos que se les otorga por gastos de representación, ya que este dinero está destinado a usarse por los gastos surgidos del desarrollo de su labor como congresistas, gastos que no se estaban produciendo ya que las sesiones se están realizando de manera virtual.

La idea tuvo una buena acogida en un sector de los senadores y recibió una mirada desconfiada por parte de otros. Entre los argumentos a favor de la iniciativa se encontraba la idea aportada por Temístocles Ortega, uno de los promotores de la reducción, quien dijo que en un momento de confinamiento y crisis económica como la que vive el país, recibir dinero para gastos de movilización sin usarlos era similar al enriquecimiento ilícito. Los opositores al desmonte temporal de los 14 millones de pesos, afirmaban que obedecía a una manera populista de legislar, argumento que fue rebatido por los senadores en favor de la reducción. Otros, como el senador Fabio Amín, en una maniobra de diplomacia para desmarcarse de la discusión, dijeron que debería existir la opción para declararse impedidos, ya que la iniciativa por la que votarían implica directamente el salario de los legisladores.

A pesar de estos razonamientos, la votación se llevó a cabo y terminó en empate con 8 votos a favor y 8 en contra, es decir, un total de 16 votos de los 22 congresistas que componen esta comisión. Dado que el resultado no era decisorio se llevó a cabo otra discusión para realizar una segunda votación, lo que generó que nuevamente hubiera enfrentamientos entre los participantes de la sesión. Por un lado unos interpretaban que al haber un empate, se debía recurrir a una reapertura de votación en la que se diera un resultado definitivo, ya fuera en favor del sí o el no en cuanto a la reducción del salario de los congresistas. Al final el senador Rodrigo Lara citó la nueva votación en la que ganaría el no con 9 votos frente a los 8 del sí.

Las palabras malsonantes de la congresista Angélica Lozano, en las que se evidencia que hablaba con otra persona que la acompañaba en ese momento, tuvieron lugar luego de la primera votación y en medio de la discusión sobre la conveniencia o no de proceder a una segunda votación. Uno de los puntos álgidos del debate fue la discusión por la naturaleza orgánica u ordinaria de la proposición, es decir, si la ley debía votarse de otra manera por tratarse de una modificación al reglamento del congreso como ley especial, o si podía ser aprobada por una mayoría simple al ser una ley ordinaria. Fue esa última discusión la que provocó la reacción de la congresista, quien dijo: “Con estos h. p. no se puede hacer nada”.

Como era de esperarse, en redes sociales el debate giró en torno a las palabras de Angélica Lozano, a la risa de Armando Benedetti y Gustavo Petro, los comentarios de otros de sus compañeros que le quisieron advertir sobre la incómoda situación y los comentarios de los ciudadanos que discutían sobre sí la grosería de Lozano era algo grave o no.

Nuevamente perdimos el foco del asunto. La proposición de la reducción se hizo para evaluar su inclusión dentro del proyecto de ley que modifica el reglamento interno del senado y con el cual se espera asentar el modelo de las sesiones legislativas virtuales, hecho que algunos sectores perciben como negativa, ya que mantiene a los senadores y representantes encerrados en sus casas, de espaldas a las poblaciones que los eligieron y que viven en primera persona los efectos de la desaceleración económica. Pero así somos nosotros, seguimos comentando la disonancia de las groserías, mientras el congreso continúa riéndose a carcajadas desde la opulencia de sus hogares, a la vez que el país enfrenta la peor crisis social de su historia en el siglo XXI.

Por: Juan Ramírez
Instagram: @sebasragut
Imagen: Archivo Particular
*Las opiniones expresadas no representan la posición editorial de Zona Captiva. Es responsabilidad exclusivamente del autor.

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