Todos amamos cuando en un comercio, se nos atiende con amabilidad, profesionalismo, con ganas de que nos llevemos la mejor imagen de ese negocio, o por lo menos, que te den ganas de volver…
Te sientes atendido, sientes que de cierta manera eres importante para aquellos que te asisten, sientes que esos negocios desean verte más a menudo, para poder prosperar…
Le puede interesar: La “Discapacidad” no debería existir
Pero, también hemos conocido, a quienes no han logrado entender, que el cliente, el buen cliente, es un protagonista de la prosperidad y progreso tanto del negocio como de su propia carrera profesional, tanto para el gerente general como al empleado que organiza los productos para que el cliente pueda comprarlos de la manera más cómoda posible.
No es cuestión de despreciar, pero hay personas cuyo egoísmo, obsesión, descaro, avaricia, desdén, incapacidad, incompetencia, y lo peor, la manía de no asumir las responsabilidades inherentes a su cargo, contaminando la armonía del comercio, y proyectando una mala imagen a los demás.
Los comercios detestan este comportamiento, pero a veces es la complicidad interna es el mayor de los problemas, y una extensa e intensa auditoría interna es el único remedio que puede revelar los puntos más enfermos.
A pesar de todo esto, sólo podría la empresa deshacerse del obrero ignorante que encima se comporta de manera ensobrada, prepotente y vulgar, pero sobretodo ciega, haciéndole creer que su comportamiento no es ni de cerca la raíz de los problemas que aquejan su vida personal y profesional, él es como es, y nadie le puede cambiar.
Y cuidado si le intentas hacer sentar cabeza para corregir su comportamiento, puedes salir con las tablas en la cabeza, pasando un mal rato, y deseando todo menos haber querido hablar con esa persona, lamentablemente es una realidad.
Todo en la vida se resume en ganar puntos, puntos que poco a poco se convierten en hechos que nos hacen sentir mejores personas día a día… Cuando recibes las gracias de un cliente que se va contento, un colega que recibe un favor tuyo que le ayuda enormemente a sentirse productivo, a mejorar su calidad de trabajo, y como contraprestación, te devuelve con favores o regalos la ayuda recibida.
Pero bueno, siempre queda en la ignorancia del mal obrero creerse lo que no es, pedir lo que no se merece, hablar lo que no existe, y sentirse siempre lo mejor de lo mejor…
Lee también: Un cumpleaños más
Por: Jean Carlos Guerra
Instagram: @jeanguerra.95
Imagen: Freepik
*Las opiniones expresadas no representan la posición editorial de Zona Captiva. Es responsabilidad exclusivamente del autor.