Venezuela, un país vecino bañado por las aguas del Caribe, un país hermano que ha sido, es y será parte importante del desarrollo cotidiano de nuestra historia, nuestra cultura y nuestro diferencial regional: Un país necesita de sus vecinos y viceversa para construir una sólida influencia tanto política como económica.
Después de 25 años de una historia muy convulsa y extraña, que ha sentado bases de ilusiones, farsas, desencuentros, decepciones, abusos, anarquía, y pare usted de contar, en la vecina República se está gestando nuevamente una oportunidad legítima de cambio, de esperanza, de finalizar un gobierno que ha alzado la voz de manera muy fuerte, y de manera muy indecorosa respecto a sus adversarios.
Le puede interesar: ¿Qué tan independientes somos realmente?
Últimamente, los últimos años a decir verdad, Colombia habrá visto transitar sus fronteras a posiblemente más de cuatro millones de venezolanos, de los cuales alrededor de la mitad se asentaron en suelo colombiano, huyendo de una crisis económica jamás vista en nuestra región.
Una crisis que desembocó en un huracán inflacionario por un tiempo increíblemente infernal, con un pico de inflación estimado de más de dos millones doscientos mil por ciento (2.200.000%) en un solo mes, ¡un sólo mes!, no hay economía que resista indemne tal azote, ni población que realmente desee recibir semejante castigo.
El gobierno de Nicolás Maduro, en su incapaz ineptitud ha logrado alejarse de toda senda democrática producto de sus errores, con las elecciones en puertas, diversos acuerdos negociados diplomáticamente han sido firmados, con la esperanza de devolverle credibilidad al Estado, sólo para entender que no se cumplirían, pues los líderes políticos no desean que su poder quede expuesto y vulnerable.
Las alianzas entre los gobiernos de la izquierda internacional han hecho lo posible por acabar diplomáticamente con una locura de poder que ha afectado negativamente a la región por una sola cuestión: Un país que se cae a pedazos, empobrece a sus vecinos, y cuando amenaza con empobrecernos más, los problemas empiezan.
En un último intento por salvaguardar su imagen, los gobiernos de Colombia, por iniciativa del presidente Gustavo Petro; y de Brasil, por iniciativa del presidente Lula Da Silva; han enviado comisiones diplomáticas para darle una salida garantizada, a una campaña política electoral agresiva que amenazaba con “un baño de sangre” a la población venezolana en caso de una derrota electoral.
Como resultado inmediato, declaraciones del Comandante de la Fuerza Armada Nacional, y del Fiscal General de la República, han relajado las expectativas sobre el gobierno frente a las elecciones. Pero no toda la niebla se ha despejado…
Ha sido una espera de un cuarto de siglo, ¿Podrá Venezuela encontrar al fin una salida al desarrollo, al crecimiento, a la libertad?
Lee también: Con la soga al cuello
Por: Jean Carlos Guerra
Instagram: @jeanguerra.95
Imagen: Bloomberg en Línea
*Las opiniones expresadas no representan la posición editorial de Zona Captiva. Es responsabilidad exclusivamente del autor.
Únete a Google News, Facebook, Twitter, Instagram, Tiktok, Threads, LinkedIn, YouTube, Canal de WhatsApp y se Miembro en Zona Captiva.