La perfección es un problema que nos afecta a todos desde pequeños; en el colegio nos piden sacar notas perfectas, en la universidad nos piden una tesis laureada, en el trabajo se nos exige un desempeño más que perfecto, de hecho, se nos pide la milla extra, el 110%, pero la perfección que nos han impuesto simplemente es imposible de alcanzar.
De acuerdo a un estudio realizado por Grupo Lego, tres de cada cinco niñas se sienten presionadas por la perfección que se les exige en sus diferentes entornos, e incluso, en el lenguaje que se utiliza con ellos, pero si no quieren ir tan lejos, solamente basta con ver las noticias nacionales donde un fiscal en Girardot se lanzó de un sexto piso porque se sentia saturado de actividades que no lograba hacer y, en vez de tener una nota de suicidio de despedida, su nota fue «perdón, tengo que trabajar».
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Y ustedes se preguntarán, ¿Qué tiene que ver una cosa con otra? Aquí va la explicación: en el estudio de Lego, hicieron un experimento donde les indicaron a ciertas niñas que debían construir en media hora una casa exactamente igual a la que les exhibian (que fue armada por un adulto en muchas horas, pero ellas no sabían), justo cuando iniciaba a correr el tiempo, ellas se bloqueaban y no podían ni siquiera completar el 1% de ls construcción, pero así como pasa con un Lego, pasa en el contexto del fiscal en Girardot, donde un adulto cargado de actividades que se supone debe hacer a la perfección, colapsa, se satura, y termina eligiendo el suicidio como solución.
Se nos exige ser damas y caballeros dignos en todos los sentidos, comportarnos con altura, ser los mejores en todo lo que hacemos y ser básicamente ejemplo en todo. Cuando en realidad, este tipo de pensamiento y lenguaje solo nos lleva a sentirnos saturados, ansiosos, y en los peores casos, nos lleva a la depresión.
No siempre podemos hacer todo perfecto, no siempre se puede ser un ejemplo, no siempre vamos a resaltar, pero no significa que no seamos buenos, fallar también hace parte de nuestra naturaleza y solo es fallando que aprenderemos.
Hoy solo quiero recordarles que la perfección impuesta no es sana y que está bien, estar mal, que está bien no ser perfectos y que está bien no ser las estrellas de todo.
Vivan y disfruten su existencia como puedan. No tengan miedo al fracaso y recuerden que esto no se trata de una competencia, sino de divertirse en el proceso de vivir. No es necesario auto exigirnos, solo hagamos las cosas de corazón y ya con eso será perfecto.
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Por: Paula Andrea Porto Tavera
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