En la vida cotidiana, en general, pasamos las horas entre nuestra vida pública y aquello que hacemos entre paredes, entre lo que los demás conocen de nosotros, lo que somos, y lo que esperamos proyectar.
Tiempos globales unen a las sociedades, hoy en día aparecer en internet con solo escribir tu nombre en el buscador parece tarea sencilla, con solo existir basta, incluso, quienes no manejan de manera habitual las redes sociales de un modo u otro terminan creando perfiles asociados a ellos sea por trabajo, ocio o simplemente para conectar con su círculo más cercano de amigos y familiares, pero todo tiene un costo: Nuestra privacidad no es privada.
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No pocas son las noticias donde se conoce de filtraciones de datos, problemas de seguridad, venta de información entre otras más fallas y “traiciones” por parte de las grandes firmas en las cuales se suele depositar una parte de nuestra vida, con la esperanza de poder manipular qué es visible y qué no, esto con la voluntad individual de mantener siempre una parte de nosotros sólo para nosotros, pero al parecer la vida es mucho más complicada que el solo deseo de las cosas.
La vida nos pone a buscar incesantemente las causas que motivan cada una de las acciones de los demás, porqué alguien o algo hace esto o aquello, es infernalmente interesante, pues, al ir intentando enlazar cómo se puede comportar el individuo o las masas se puede, al igual que el ajedrez, entender cómo de bien o de mal una situación puede o va a ponerse; respondiendo a la incógnita de porqué las grandes firmas venden la información que tanto esperamos mantengan dentro de sus recintos, la respuesta es sencilla: dinero.
No hacen dinero escondiendo secretos, es más, vendiendo una política de privacidad que tiene agujeros legales para vender información, pueden explotar pequeños beneficios que, multiplicados por una vasta cantidad de perfiles, pues, si, puede llegar a ser un número enorme.
Dinero que muchos invierten en nuevos productos, nuevos algoritmos de servicios, y muchas más cosas que aparentemente usan las firmas para mejorar sus servicios pero que en retrospectiva es de cierta manera un método para que sigamos inyectando infrmación en sus servidores, suene a conspiración o no los servidores de varios miles de metros cuadrados de ocupación no son cosa del pasado, pero inyectar información ahí “es gratis”.
Ahora, ¿es preocupante la venta de esta información a terceros? Pues si y no, si yo fuese un criminal que postea cada una de sus actividades contactos obviamente me preocuparía, pero, los criminales más poderosos por alguna razón inteligente no utilizan las redes para mantener sus imperios, aún no. Salvo que dentro de poco salga una red visible de sociedades criminales, y ahí si sería el acabose.
Preocupa a quienes sentimos que nuestra vida es más pública que la pintura del autobús que diariamente recoge personas y pasa desapercibida porque a nadie le interesa, amenaza nuestra sensación de “seguridad” que la privacidad puede ofrecernos, pero no nos damos cuenta de que cuando quizás todos sepan de todos, a nadie podría importarle, pues no está en la naturaleza (chismosos aparte, son otro mundo) de alguien que busca su paz mental estar pendiente de todos y de todo, es agobiante intentar creer que solo porque alguien sabe algo de mi quiera saberlo todo, pero a la vez no… ¿Compartes la misma opinión?¿sientes que tu privacidad amenaza tu privacidad?.
Por: Jean Carlos Guerra
Instagram: @jeanguerra.95
Imagen: La Vanguardia
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