De nuevo se presentó un caso de suicidio en Colombia, esta vez fue en Bogotá, en donde un joven de 22 años decidió terminar con su vida por demasiada presión laboral, según las primeras versiones, pero este dato preocupa, sobre todo cuando las cifras de Medicina Legal dan cuenta de que entre enero y agosto del 2020 van 1.531 casos de suicidios en Colombia, de los cuales 204 los ha aportado Bogotá.
Varias veces se ha tocado este tema pues cada tanto vuelve a la luz, y últimamente lo ha hecho con más frecuencia por todos los casos de suicidio, pero es que cada vez que aparece de nuevo una historia como la de aquel joven debemos hacer un alto en el camino y volvernos a preguntar ¿cómo está nuestra salud mental?.
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Muchos considerarán la decisión del joven como “egoísta” e “inmoral”, algunos dirán “es que eso es por falta de carácter”, “no le puso las ganas necesarias”, y un sinfín de declaraciones que terminan dando a entender que las personas creen que una depresión solo se quita con ponerle ganas a la vida.
A raíz del Covid–19 la salud mental empezó a tomar relevancia, pero todavía no es suficiente, como sociedad no podemos seguir permitiendo que jóvenes mueran a diario por la presión con la que viven, eso solo significa que estamos castrando la vida de aquellos que solo buscan felicidad y paz, pero que no pueden encontrarlas debido a las condiciones en las que vivimos, horarios de trabajo esclavizantes, vida social impactada por una pandemia, y los problemas personales que uno puede cargar día a día, y lo peor de todo, que aunque somos conscientes de las cosas mencionadas, no estamos haciendo nada para mejorar.
La salud mental debe dejar de ser un juego, debe dejar de creerse que solo con tener una sonrisa uno ya está bien, tal vez, aprender a reconocer las señales de la depresión pueda evitar que más jóvenes sigan prefiriendo la muerte antes de la vida, ya que el dolor que sienten es tan inmenso que solo la partida de este mundo terrenal podría acabarlo.
Entendamos que no solo el llanto es un síntoma de depresión, también está el no querer hacer nada, el pensar demasiado en el futuro, el no ser capaz de hablar de las emociones, el sentir soledad incluso con miles alrededor. Cada uno de estos elementos pueden estar presentes en el amigo al que uno le escribe por WhatsApp, en el jefe que, a diario saluda, en el hermano que se ríe con la familia, pero que en sus ojos no refleja la alegría.
No dejemos solos a aquellos que nos necesitan, naturalicemos hablar de la salud mental como si fuera el clima, comprendamos que el ir a un psicólogo no nos hace “locos” o “extraños”, apoyemos a aquellos que vemos mal y no permitamos que alguien les diga “póngale ganas a la vida” porque con ponerle ganas no se sana el dolor interno.
Por último, como reflexión, les digo: la felicidad de la vida está por encima de cualquier persona u objeto, si se sienten mal en algún lugar váyanse, si una persona hace que su vida se amague, aléjese; estos pequeños actos hacen la diferencia en la salud mental, y entenderlo hará que evitemos que más jóvenes prefieran la muerte antes que la vida por la cantidad de presión que tienen que cargar en una sociedad en la cual decir que uno se siente mal emocionalmente es tachado como drama.
Por: Paula Andrea Porto Tavera
Instagram: @paulaportocine
Imagen: Freepik
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