Estamos viviendo una era que ha puesto en evidencia la pérdida de valores y carencia de empatía para con nuestros semejantes.
El mundo en su constante cambio exhibe una sociedad que muchas veces se muestra carente de afecto y empatía para con sus semejantes, basta con echar un vistazo a las noticias y puedes evidenciar como, sin importar la edad o el sector social al que pertenezcan hay quienes se regodean en la miseria humana, o en la subjetiva inferioridad del otro, y peor aún bajo la mirada complaciente de quienes quizá podrían detener estos abusos pues ostentan de alguna manera la autoridad , llámese padre de familia, director o rector de colegio, manager de empresa, políticos, gobernadores o presidentes. En fin, el común denominador en los episodios de abuso a los que me refiero es siempre, quien sabe, se imagina, o ignora estas situaciones aún en la posición y condición de detenerlos.
Le puede interesar: ¿Vale la pena ser sostenible…?
En días recientes el país vio con horror, situaciones que habían estado ocurriendo al interior de los colegios y que a pesar de haber sido denunciadas en su momento antes de la desgracia, no fueron abordadas por las autoridades estudiantiles para evitar tan tristes desenlaces, como el de la jovencita de tan solo 14 años que decidió acabar con su vida tras ser constantemente víctima de acoso y Bullying por parte de sus compañeros de clases. Lo más triste de esta situación es escuchar a la madre de la malograda estudiante, decir que en el propio colegio cuando denunció el caso le dijeron que estaba siendo muy ‘sobre protectora’ con la menor de edad.
Yo me pregunto ¿qué habría sido de la suerte de esta jovencita de haber sido la hija de la rectora o de alguno de los docentes del recinto estudiantil? Es muy probable que ahí todo se habría solucionado, porque los hijos le duelen a quien los pare o los cría, cuando deberían dolernos a todos, a los padres y acudientes, a los profesores y docentes, a los rectores y al Estado que en fin de cuentas debería ser garante de la protección de nuestros niños y adolescentes sea cual sea su condición, credo, raza o estrato social.
Otro tanto ocurrió en una institución educativa del departamento de Santander, donde a unos jovencitos les pareció gracioso suministrar ‘viagra’ en una bebida a dos compañeros de clases, comprometiendo altamente su condición de salud, y según denuncia de los padres de los afectados a la fecha estos muchachos no han recibido sanción alguna por una conducta que ha podido costarle, la vida a sus víctimas.
Finalmente, otra situación que proviene de un sector por demás vulnerable como lo es la población migrante, resulta que a la fecha cuando ya se han hecho importantes esfuerzos para hacer visibles legalmente a los niños y jóvenes estudiantes extranjeros, residentes en Colombia, hay colegios que están condicionando los actos de grado de estos chicos, a la obtención del PPT, cuando todos sabemos que este proceso ha estado demorado y ha enfrentado dificultades técnicas que en algunos casos han obligado a los ciudadanos migrantes a repetir el trámite, lo cual no es responsabilidad de estos y por lo tanto no debería condenarlos a ser objeto de un acto tan excluyente como la retención de un título que se han luchado durante todo el año, la verdad estas cosas solo nos hacen desde todo punto de vista una sociedad intolerante e irrespetuosa. Dios bendiga a nuestros niños y jóvenes que son el futuro de este país y de Latinoamérica.
Por: Erika Baute
Instagram: @erikabauteak
Imagen: Xacata
*Las opiniones expresadas no representan la posición editorial de Zona Captiva. Es responsabilidad exclusivamente del autor.